Apuntando hacia la pospandemia

Mario Méndez
15 de mayo de 2020 - 05:00 a. m.

Cuando menos se pensó en la tragedia del COVID-19, en el mundo entero afloraron las desigualdades ultrajantes que afectan a millones de seres. Sin adornos verbales, queremos decir que la dinámica propia del modelo económico imperante genera un creciente bache interclases en la sociedad.

No creemos que se hagan observaciones baratas al hablar de una situación que ya no se puede tapar con palabras y reacciones anti para restarle fuerza a la crítica social y demonizar a quienes asumen posiciones cuestionadoras, todo porque los usufructuarios del sistema político se empeñan en conservar sus hiperprivilegios. La coyuntura del coronavirus ha sido la más propicia ocasión para mostrar de bulto lo que dejan a su paso la privatización de la salud y la concentración de bienes –sociales en la producción, privados en su goce–, lo mismo que la galopante reducción del número de dueños de la riqueza del planeta. Tremenda ofensa contra el concepto mismo de civilización del que se alardea y que se va por el suelo cuando vemos que millones carecen de los servicios de salud cuando más los necesitan.

Desgarra y más la escena de marginados que hoy salen a la calle para gritar sus angustias y sus carencias, y prefieren ser víctimas del virus que morir de hambre con su familia. ¿Qué explicación tiene esto a la luz de la creciente productividad que muestra el desarrollo tecnológico de la sociedad global? ¿No es evidente que, si se toma en cuenta el monto total de la producción en la Tierra, resulta posible satisfacer las necesidades individuales? Pero esto no ocurre porque, tal como está estructurada la economía, independientemente de la voluntad de quienes manejan el aparato productivo, los desequilibrios en el disfrute son inevitables: unos pocos con mucho, y privada de lo más elemental la mayoría absoluta. Y que no se siga satanizando a quienes claman por un orden justo para todos.

Grandes pensadores sociales ya se pronuncian acerca de esta situación, ¡que no debiera continuar una vez que se supere la crisis! La voz del apóstol Martin Luther King se escucha desde su tumba: “Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero sino de la justicia”. Y con enorme autoridad intelectual, ahora se manifiesta el pensador israelí Yuval Noah Harari para recordarnos cuáles deben ser las prioridades en una sociedad equitativa. ¡Y Harari no es castrochavista! En lo nacional, valdría la pena discutir públicamente los planteamientos del historiador, filósofo y economista Libardo Sarmiento Anzola, quien establece lúcidos correlatos sobre el entorno integral del COVID-19. En el mismo espacio de formación e información alternativo, hace unos días el uruguayo Raúl Zibechi y la escritora italiana Francesca Gargallo hablaban de las implicaciones políticas de la pandemia.

Ahora, en un derroche de ingenuidad –en lo que ya somos expertos–, pensamos que, con un asomo de sindéresis en la cúpula que maneja el mundo a su antojo, se habrá de concluir que necesariamente las cosas deben cambiar, pero renunciando a la bulimia plutocrática, entendida como “hambre de buey”, madre y explicación de los estragos que causa el capitalismo salvaje.

Tris más 1. Por encima de cualquier otra consideración, cada persona del mundo debe tener garantizados los elementos que requiere para vivir. Así de claro.

Tris más 2. Nos conmueve el personal de la salud, superior humanamente al sistema para el cual sirven.

* Sociólogo, Universidad Nacional.

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