“Aquí defendiendo la democracia, maestro”

Ana Cristina Restrepo Jiménez
04 de diciembre de 2020 - 03:00 a. m.

“Quise reconstruir los últimos pasos de mi padre en vida y visité el Museo [de la Casa del Florero]. Constaté la ausencia absoluta de señales museográficas que le dijeran al visitante el uso que le dio el Ejército de Colombia durante la toma […] Los guías no tienen permitido hablar de lo ocurrido”. En su libro Mi vida y el Palacio, Helena Urán Bidegain lucha contra una verdad oficial instalada durante 35 años. Su padre, Carlos Horacio Urán, magistrado auxiliar de la Sección Tercera del Consejo de Estado, fue desaparecido, torturado, asesinado y entregado como NN a Medicina Legal durante la toma y retoma del Palacio de Justicia.

En ese edificio reposaban 1.800 procesos contra el Ejército por violación de derechos humanos. El Consejo de Estado “condenaba al Estado de cuatro a seis veces a la semana”. El ministro de Defensa, Miguel Vega, estaba comprometido en una sentencia proferida por la Sección Tercera. “Los magistrados se convirtieron en rehenes de los militares”, asegura un testimonio del libro El Palacio de Justicia, de Ana Carrigan, cuya publicación en Colombia se demoró 24 años. Noemí Sanín, ministra de Comunicaciones, prohibió transmitir los acontecimientos. Mientras el Palacio ardía, la televisión emitía un partido de fútbol. Yamid Amat ignoró a Germán Castro Caycedo cuando le imploró que dijera al aire que todavía había rehenes vivos adentro. El ministro de Hacienda, Hugo Palacios, celebró que se hubieran “salvado las instituciones”. “En el cruce de pruebas se pudo establecer que los generales no eran ajenos a los hechos”, continúa la investigación. Belisario Betancur agradeció a los medios su forma “tranquila, ponderada y patriótica”. En 2010, Álvaro Uribe criticó públicamente una sentencia contra el coronel Luis Alfonso Plazas Vega por su responsabilidad en la desaparición de 11 personas en noviembre de 1985.

“La impunidad jurídica y política es lo que ha perpetuado la violencia”, concluye Urán. De esa forma se construye y defiende la verdad oficial.

En una audiencia de la Jurisdicción Especial para la Paz sobre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la politóloga María Emma Wills, exasesora de esa institución, explicó que la verdad oficial es producto de “una voz poderosa que regula, impone, silencia, censura y excluye; pone en juego el esclarecimiento; genera engranajes de impunidad y solo piensa en su reputación”.

En el fast track fracasó un proyecto que buscaba darle autonomía al CNMH, desvincularlo del gobierno de turno. Hoy, las consecuencias son evidentes: una institución que insiste en reinstalar la verdad oficial a costa de la reparación simbólica de las víctimas. Sus dos imperativos morales —con las víctimas y con la sociedad colombiana— se hunden bajo el truco del “pluralismo”.

Continúa Wills: “La pluralidad tiene límites: no significa aceptar todas las memorias”. Son inadmisibles las negacionistas y falsificadoras. Son indefendibles los relatos vengativos que impiden convivir juntos en un futuro. Es insostenible cristalizar una verdad oficial que atente contra la paz.

Hacer eco de la palabra de las víctimas es declarar vencido simbólicamente al poder armado.

El relato histórico es, pues, la presea que amerita la toma del CNMH. Su director, Darío Acevedo, con la complicidad del Gobierno, reencarna la falacia de Plazas Vega: “¡Aquí defendiendo la democracia, maestro!”.

 

Democrata20(hf9h0)05 de diciembre de 2020 - 01:16 a. m.
La impunidad de estos actos terroristas como los de 60 años de masacres y atrocidades de las FARC y todos los grupos terroristas existieron y persisten por los cómplices cobardes que apoyan estas ideas ultrapasadas que piden acabar con aquellos que dan la vida para que puedan gozar de libertad y atrás de un teclado expelir sus complejos y envidias, estudien, lean, trabajen, propóngan algo !
Alberto(3788)04 de diciembre de 2020 - 09:35 p. m.
Excelente columna. Perfecto análisis, ponderado y ajustado a la verdad. El libro de Helena Urán se convierte en imprescindible. María Emma Wills analiza con lógica y toda la razón la Pluralidad. Magnífica conclusión sobre el relato histórico y el infame papel que cumple el tenebroso y oscuro Acevedo. Gracias, Ana Cristina Restrepo.
Walter(32014)04 de diciembre de 2020 - 08:00 p. m.
La histórica Casa del Florero convertida por el ejército en centro de tortura y al fondo la célebre frase del coronel Plazas Vega. Esa es nuestra reciente y vergonzosa historia.
Walter(32014)04 de diciembre de 2020 - 07:28 p. m.
En la vergonzosa y reciente historia del país, está la Casa del Florero convertida por el ejército en centro de tortura, desapariciones y asesinatos, con la macabra frase del coronel Plazas Vega al fondo.
Charles(01273)04 de diciembre de 2020 - 05:46 p. m.
saben por qué votamos por el no? porque la persecución a la derecha no traerá ninguna paz, porque ustedes, izquierdistas H P T A S nos quieren meter SU verdad por donde no nos cabe, quieren imponer a toda costa su visión liberal que exime de culpas a las guerrillas y no están dispuestos a dejarnos existir ¿cuando la tarada de la columnista y Wills aceptarán que hay más de una verdad?
  • Charles(01273)05 de diciembre de 2020 - 02:33 a. m.
    cual censura tarado mental? llegó un nuevo dueño, a un grupúsculo de periodistas socialistas no les gustó y se largaron, punto final.
  • Usuario(51538)04 de diciembre de 2020 - 07:24 p. m.
    La censura en Semana fue producto de la "izquierda", tontarrón ultraderechista?
  • Charles(01273)04 de diciembre de 2020 - 05:48 p. m.
    "La pluralidad tiene límites: no significa aceptar todas las memorias”. Son inadmisibles las negacionistas y falsificadoras. Son indefendibles los relatos vengativos que impiden convivir juntos en un futuro" los limites precisamente de la pluralidad son los que diga la izquierda, la izquierda es la unica capaz de forjar relatos oficiales, la izquierda es la unica que puede censurar.
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