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El arte y la cultura

Artistas colombianos olvidados

Manuel Drezner
04 de agosto de 2020 - 02:00 a. m.

En varias ocasiones he mencionado un tema que es importante, ya que vale la pena recordar que en Colombia hubo muchos pintores y escultores en un pasado bastante inmediato que han sido echados al olvido. Esto es injusto, porque todos ellos eran artistas talentosos, que hicieron grandes aportes al arte colombiano y hoy nadie habla de ellos. Lo peor es la forma como los museos, que deberían desarrollar una labor educativa, no hacen nada para corregir esta injusticia. ¿Dónde están las muestras de artistas importantes dentro del arte colombiano del inmediato pasado? ¿Y dónde planes a largo plazo que demuestren que se está cumpliendo la labor educativa que justifique su existencia? Lo dicho comprueba que la labor de los museos de educar, de rescatar el arte importante y de ponerlo al alcance del público en una forma didáctica no se está cumpliendo a cabalidad. De hecho, muchas veces en el exterior se sabe más de nuestros artistas de lo que sabemos aquí.

Un ejemplo patente de ese olvido es el de Wiedemann, un ilustre pintor colombo-alemán, que entre nosotros creó obra de gran valor y que en forma misteriosa nunca se ha vuelto a mencionar. Caso similar es el de Richter, artista de gran éxito en sus tiempos y del que pocos parecen recordarse hoy día, y eso que Seguros Bolívar le dedicó una de sus monografías. Marco Ospina, el precursor del arte abstracto en el país y muy elogiado en sus tiempos, es otro caso de artista del cual en años nadie ha hablado. Lo mismo ha sucedido con Luciano Jaramillo, pintor tempranamente desaparecido, artista de imaginación desbordante, de uso increíble del color y que no ha sido recordado desde su fallecimiento, hace varios años. Otro artista echado al olvido es Augusto Rivera, quien ganó el premio de uno de los salones de artistas colombianos y que tuvo presencia no solo en la pintura, sino también en el teatro, y que supo combinar tradiciones indígenas con arte moderno mucho antes que otros lo hicieran. El mismo Armando Villegas, cuya muerte apenas fue mencionada en las noticias culturales, merecería tener más presencia en el mundo caprichoso del arte. Igualmente, la desaparición de una excelente artista como lo fue Pilar Caballero, a duras penas fue noticia en las últimas páginas. Carlos Rojas hizo una obra interesante, pero nadie sabe de ella.

Se pueden citar otros nombres de artistas ignorados como los de Pedro Alcántara, Gonzalo Ariza, Julio Castillo, Aníbal Gil Villa, Erwin Krauss y Samuel Montealegre. Todos ellos, y muchos más, deberían ser parte de la labor educativa de los museos.

Hay que buscar que quienes están al frente de esas entidades sean conscientes de esta labor que deben cumplir, con lo cual no solo justificarían su existencia, sino que también contribuirían a reparar los injustos olvidos citados, que son solo unos pocos ejemplos entre muchísimos que lamentablemente se pueden mencionar.

 

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