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El arte y la cultura

Asalto a las comunidades digitales

Manuel Drezner
05 de febrero de 2021 - 02:00 a. m.

Una de las más notables contribuciones que trajo la era de internet fue la creación de las comunidades digitales. Son aquellas asociaciones que, a través de diversas aplicaciones, logran el milagro de unir y comunicar entre sí a personas con gustos y aficiones parecidas.

Hay por eso comunidades dedicadas al intercambio de ideas, noticias y opiniones sobre música; en otras, los filatelistas informan sobre un mundo que ellos temen se esté muriendo con la desaparición de las cartas estampilladas.

Conozco una de aficionados a la cocina con intercambio de recetas, informaciones sobre restaurantes y chismes sobre cocineros, mientras que otras muy populares se dedican al cine, comentar películas nuevas o viejas, intercambiarlas e informar desarrollos cinematográficos.

La variedad de temas no tiene límite, basta que personas con gustos afines se unan y nace una nueva comunidad que entretiene, informa y comenta.

Este parecería ser un mundo ideal, pero a esos paraísos ya les llegó la serpiente, en forma de personas que aprovechan dichos foros para incorporar material extraño que va desde la introducción de pornografía de mal gusto, los insultos personales, que, desde luego, no deberían tener cabida en esas asociaciones, y los más comunes, los que usan comunidades de temas muy definidos para exponer ideas políticas, desde invitaciones a la revolución y críticas al Gobierno y a los gobernantes hasta intentos de proselitismo.

Lo peor es que cuando se les llama la atención de que están introduciendo temas que no tienen que ver con los intereses de los participantes se ofenden y hasta recurren a desagradables alusiones personales.

No se dan cuenta de que los aficionados al cine, a la cocina o a lo que sea han creado foros para hablar de lo que les interesa y es una intromisión impertinente que haya quien intente meterse con otras cosas.

A los comunitarios digitales les importa un rábano lo que Fulano piense sobre los empleados públicos o las revoluciones a las que invita Zutano. Estos, si así lo desean, pueden crear su propia comunidad digital con el propósito que les interese y si hay quien quiera acceder a sus opiniones lo puede hacer.

Pero entrometerse a la brava en los intereses de los demás no solo es de mal gusto sino incluso abusivo. Que los aficionados al cine o a la música tengan lo suyo y quienes desean desviar los intereses de la comunidad hacia lo que a ellos, de forma tan egoísta, les interesa están cometiendo un asalto que debe pararse.

 

Atenas(06773)05 de febrero de 2021 - 01:40 p. m.
Y tales intromisiones indebidas se extienden como verdolaga en playa. Y ahí no cabe sino ponerlos de una en la raya.
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