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Ascenso a Chairama

Adolfo Meisel Roca
02 de abril de 2011 - 03:00 a. m.

A LAS 8:30 A.M. EMPEZAMOS A CA-minar desde la playa de Arrecife, en el Parque Natural Tayrona, hacia el Cabo San Juan de Guía.

Nos proponemos subir hasta las ruinas de lo que aproximadamente hasta 1600, según los cálculos de Gerardo Reichel-Dolmatoff, fue la población de Chairama, ubicada a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar en un cerro cercano al Cabo San Juan de Guía. Luego de la playa de Arrecife viene la hermosa y pequeña bahía de la playa de La Arenilla. Más adelante está la bahía conocida como La Piscina, por la quietud de sus aguas, protegidas por una barrera natural de inmensas rocas. Finalmente, la ensenada de San Juan de Guía. De este lugar hasta las ruinas de Chairama, conocidas como Pueblito, hay un trayecto de escarpadas escaleras hechas en lajas colocadas hace cientos de años por los tayronas. El ascenso se puede hacer en cerca de una hora.

Al llegar al valle en donde se encuentra Pueblito nos encontramos con las típicas terrazas hechas en piedra que construían los tayronas para sus viviendas circulares y edificios ceremoniales. La calidad de las calles hechas en piedras cortadas con precisión y los vestigios de su sistema de acueducto y alcantarillado nos hablan de una nivel de desarrollo social y material complejo en esta comunidad de pescadores que se desarrolló aproximadamente entre 450 y 1600 d.C. De acuerdo con las investigaciones arqueológicas que desarrolló Reichel-Dolmatoff a fines de la década de 1940, el abandono de Chairama debió ocurrir hacia 1600, cuando los últimos defensores de este poblado se replegaron hacia las alturas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

En su momento de mayor esplendor Chairama debió tener unos 5.000 habitantes, repartidos en unas 1.000 viviendas. Desde hace más de medio siglo no se han vuelto hacer excavaciones de envergadura en este lugar y la mayor parte del sitio está aún cubierto por el bosque. Por su ubicación cerca de Santa Marta habría la posibilidad de establecer aquí un sitio de gran atractivo turístico. Para ello sería necesario ampliar el trabajo arqueológico que se ha hecho hasta la fecha y establecer unas condiciones mínimas de logística que no existen. Por ejemplo, hay muy poca información disponible para los visitantes. Podría pensarse, por ejemplo, que en un sitio cercano a Chairama hubiera un centro de visitantes con información pertinente y servicios de apoyo. También hay un desconocimiento muy grande sobre la historia de los tayronas, que es la de sus actuales descendientes directos, koguis, arzarios, wiwas y arhuacos, y también nuestra propia historia.

No es entendible que cuando celebramos 200 años de vida independiente pasamos por alto el inmenso valor de quienes nunca perdieron su independencia y prefirieron ser parte de un grupo de desplazados ante el avance militar español. Sitios como Chairama deben ser tempranos símbolos de la libertad por la que se luchó durante la década de 1810 y por eso merecen una mejor suerte. Pero sobre todo merecen nuestro reconocimiento y apoyo a nuestros hermanos mayores, por haber mantenido durante tantos años y contra todas las adversidades la defensa de su cultura, que es parte de nuestra identidad nacional. Encontrarnos con ellos por los caminos de Chairama es un enorme privilegio.

 

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