Asesinando niñas

Catalina Uribe Rincón
25 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.

El ataque al concierto de Ariana Grande tenía un objetivo muy particular: asesinar a mujeres y niñas. A diferencia de los asesinatos en masa ocurridos en París, Bruselas, Niza o Berlín, este atentado quería, además de aterrorizar a la población, violentar a las mujeres. De hecho, después del ataque, varios expertos en ISIS afirmaron que parte constitutiva de la ideología de los extremistas islámicos incluye una profunda misoginia. En ese sentido, el reciente ataque no dista mucho de la recurrente práctica de estos grupos terroristas como las de envenenar niñas en los colegios de Afganistán, o esclavizarlas en el norte de Irak.

Pero quedarnos estancados en la relación entre extremismo islámico y misoginia no nos deja ver el cuadro completo. Es cierto que los ataques de esta índole buscan abogar por posiciones ideológicas específicas. Pero qué coincidencia que la mayoría de grupos terroristas alrededor del mundo, sin importar ideología política o religión, tengan como uno de sus principales blancos a las niñas y mujeres. Sin ir muy lejos, la semana pasada el portal de noticias ¡Pacifista! denunció un audio en el que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia amenazaron con violar a todas las niñas de 15 años que se encuentren en las calles de Buenaventura.

Estas amenazas no distan mucho de las que creíamos eran las peores épocas del narcotráfico en las que mujeres y niñas teníamos “toques de queda” para que no nos violaran o asesinaran. O de las violaciones perpetradas por soldados o revolucionarios en las distintas guerras históricas en donde parte del triunfo es disponer de la mujer del contrincante, o ajuiciar a “las propias” por la fuerza. Es como si la masculinidad tóxica asociada a la violencia de género hiciera ya parte de cualquier tipo de guerra.

Los ataques efectuados por extremistas islámicos no deben seguir pensándose como fenómenos aislados. Deben por el contrario hacernos ver que cuando se dice que los conflictos escalan, lo que escala es la violencia tácita que permiten las sociedades en sus costumbres y creencias. Las letras feministas de Ariana Grande empoderan a las niñas y las hacen independientes. Los ataques de ISIS deberían hacernos pensar quiénes somos, en qué nos distinguimos, pero también en qué nos parecemos.

 

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