Así caen los dictadores

Marcos Peckel
30 de enero de 2019 - 03:00 a. m.

Una vez más un mundo expectante espera a ver si esta vez si cae Nicolás Maduro, si lo que parece una tormenta perfecta para dar fin al catastrófico experimento chavista finalmente cumple su cometido o si por el contrario, como sucedió en el pasado, nada termina  pasando  y el sucesor designado por el teniente coronel sobrevive atornillado en Miraflores.

¿Qué debe ocurrir para que un dictador finalmente caiga?  Todo dictador se sostiene sobre unos pilares y si uno o más de estos  se  quiebran la estructura colapsa. Pilares constituidos por los grupos de poder, internos o externos,  que se benefician del sistema  y que lo abandonan sólo si les conviene a sus intereses o si  son  derribados por sus  opositores.

Estos últimos pueden ser el pueblo  entendiéndose como una  mayoría de la población, la comunidad internacional  o  fracturas internas. La presión de la calle por si sola no tumba a un gobierno pero puede impulsar a uno de los pilares a retirar su apoyo al dictador  como ha sucedido en innumerables ocasiones en que  estos caen  tras  movilizaciones  populares.

Las dictaduras en Europa Oriental cayeron como un domino tras masivas protestas, amplio apoyo de la comunidad internacional  y  principalmente porque  el  mayor  pilar  que las  sostenía, La Unión Soviética,  estaba en sus últimas y había renunciado a utilizar  la fuerza  militar  tal como lo había hecho años antes en Hungría y Checoslovaquia.  Las dictaduras  de Ben Ali en  Túnez, Mubarak en Egipto y décadas antes la del Shá de Irán cayeron  tras masivas protestas en las calles, una vez  las fuerzas armadas se negaron a reprimirlas quitándoles el apoyo.

Los regímenes  de Anastasio Somoza y Fulgencio Batista  fueron derrocadas  por  insurgencias armadas en el campo de batalla. Sin embargo, en términos de libertades y democracia, algunos de los casos anteriores terminaron  igual o peor.  

Las Fuerzas Armadas Bolivarianas cuya cúpula se ha beneficiado inmensamente  del  sistema, constituyen el principal  sostén del régimen  de Maduro, sin el cual la pirámide colapsa. El gobierno de Cuba, amplio beneficiario  del chavismo, constituye otro pilar con su ejército de asesores expertos en represión, vigilancia y colectivos.

Rusia y China, aunque apoyan a Maduro se acomodarían  a un nuevo régimen.  Socialmente la Venezuela de hoy puede ser caracterizada como un “feudalismo de Estado”, otro de cuyos pilares es una clientela que depende del régimen para  su supervivencia, que recibe los CLAPs, trabaja para el Estado, y cuando le ordenan, sale con camisas rojas a la calle a defender a “su señor”.   

El asalto a la dictadura, que comenzó el pasado 10 de enero, proviene de tres frentes: el internacional, en el que Colombia ha jugado un rol central, la calle que se está movilizando masivamente una vez más y una oposición que finalmente parece haber encontrado su camino, unida alrededor de la figura: Juan Guaidó.  

La Batalla arrecia. ¿Veremos un nuevo amanecer para el bravo pueblo?

 

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