Así se explica el apoyo a Trump

Juan Carlos Botero
22 de marzo de 2018 - 11:00 p. m.

Desde que Trump ganó las elecciones me obsesiona una pregunta: ¿cómo pudo suceder algo tan inaudito? Es decir, ¿cómo es posible que el mismo pueblo que votó dos veces por un joven y brillante afroamericano, un hombre decente y honesto, un gran escritor y orador, el cual, en ocho años de gobierno, sólo dijo ocho frases erradas y no tuvo un solo escándalo ni un conflicto de interés; cómo es posible, repito, que ese mismo pueblo haya elegido a un empresario inculto y racista, que ni se sabe la letra del himno nacional, un misógino con un escándalo tras otro y que dice cinco mentiras al día? Para mí era un misterio sin fondo.

Hasta que recordé los estudios de Chris Chabris y Daniel Simons de la universidad de Harvard. En 1999 estos psicólogos demostraron un hecho sencillo pero profundo, y con serias consecuencias: la gente sólo ve lo que le interesa. Y eso es aterrador, porque es literalmente cierto. Por eso cuando uno habla con un trumpista, la persona no resalta los defectos del empresario, aunque éstos sean colosales y aborrecibles, y más bien destaca lo que Trump le ofrece, lo que a esa persona en particular le conviene: una política de inmigración, digamos, o un recorte de impuestos, o el retorno a una era del pasado que en verdad nunca existió. En suma: sólo ve lo que le interesa. Y si lo demás es atroz o incluso peligroso, y hasta del tamaño de un monumento, mucha gente, simplemente, no lo ve.

Eso es justo lo que Chabris y Simons demostraron en su famoso experimento. Filmaron a seis estudiantes divididos en dos grupos, tres con camiseta blanca y tres con camiseta negra. Cada grupo tenía un balón de baloncesto, y se lo tenían que pasar entre sí mientras caminaban entre ellos en un salón. Luego le mostraron el video a varias personas con una sola instrucción: cuenten cuántas veces los de las camisetas blancas se pasan el balón. Al final, casi todos contaron 15 pases, que era el número correcto. Sin embargo, después preguntaron: ¿vieron el gorila? Más de la mitad del público no entendió la pregunta. ¿Cómo así? ¿Cuál gorila? Volvieron a pasar el video, y la gente quedó atónita. Mientras los seis jóvenes se pasaban los balones, el público, por fijarse en lo que le interesaba (contar los pases de uno de los grupos), no advirtió que otro estudiante, disfrazado de gorila, aparecía en escena. Y no discreto, sino en primer plano. El gorila camina en medio de todos, se detiene delante de la cámara, se golpea el pecho tres veces, y luego sigue su camino. Aunque era algo tan llamativo, la mayoría no lo notó. En psicología eso se llama “ceguera por falta de atención”. Y eso explica el fenómeno de Trump, accidentes con celulares y bastante más, incluyendo las estafas de Madoff y DMG. Creemos que lo vemos todo, pero no es cierto: nuestros intereses nos ciegan ante aspectos definitivos.

Así pasa con Trump, en efecto. Muchos realmente no ven sus defectos, así sean evidentes, y si los ven no los registran, porque están pendientes de lo que les interesa. Por eso hay mujeres que lo apoyan, aunque él se ufane de manosearlas. Y latinos también, así él los insulte. Y negros, musulmanes, inmigrantes y varios más. Por fijarse en lo que les importa no ven lo más notorio, aunque sea grotesco, y así amenace sus vidas. Como quien se enfrenta a un gorila, y no lo ve.

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