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Aves de carroña

Felipe Zuleta Lleras
31 de mayo de 2015 - 12:10 a. m.

En medio de tantas vicisitudes a veces resulta difícil seguir creyendo en el proceso de paz, que pareciera no tener fin.

Pero a pesar de que las Farc decidieron acabar con la tregua unilateral, con la consiguiente decisión correcta del presidente Santos de reiniciar los bombardeos en contra de los insurgentes, soy uno de esos que creen que cualquier esfuerzo que se haga por alcanzar la paz bien vale la pena.
 
Tal vez ese es el camino correcto para que las Farc entiendan que deben firmar la paz. Sin duda debe ser muy difícil para los comandantes en Cuba ver, mientras ellos están muy cómodos allá, cómo las fuerzas militares y de policía les están dando unos golpes que los minan poco a poco. No celebro, por supuesto, la muerte de ningún colombiano, pero entiendo que la subversión parece no entender sino a punta de bombas. Su terquedad no tiene límites y por eso tal vez no han querido entender que no son populares y que millones de colombianos no queremos seguir viviendo en un país en guerra.
 
Así algunos me acusen de enmermelado, no puedo menos que decir que admiro la tenacidad del presidente Santos y su constancia para que se alcance la paz. Esto lo hace aun en contra de su propia imagen. Y eso es valeroso, especialmente cuando él sabe que más de la mitad de los ciudadanos son uribistas y guerreristas.
 
Pues a estos les digo que si lo que quieren es un país en guerra, pues ahí lo tienen. Tal vez ellos asumen esa posición porque sus hijos no son los que van a la guerra. Muchos desde sus cómodos sillones pontifican sobre el conflicto armado, mientras son los colombianos de bajos estratos los que se están matando. Que yo sepa son pocos los hijos de los ricos de este país que han prestado su servicio militar, como tampoco los han enviado a la selva a luchar en contra de la subversión. No lo hicieron los hijos de los presidentes, ni de los ministros, ni de los empresarios. Han sido los hijos de campesinos, de gente humilde y de necesidades insatisfechas.
 
Tampoco presté servicio militar, por lo que precisamente estoy convencido que la paz debe alcanzarse y que no podemos seguir en esta guerra absurda. Un país en paz crecería más, se acabarían las violaciones de mujeres de la guerra, no veríamos a nuestros niños cargando sus pesados fusiles y, por supuesto, el país crecería económicamente y los héroes de la patria podrían dedicar sus esfuerzos a construir puentes, escuelas.
 
Me cuesta mucho trabajo entender a aquellas personas que impulsan la guerra y que usan con fines políticos los crímenes que cometen los guerrilleros. Son como vampiros, pero chupándose la sangre de los soldados que caen en conflicto. Y no los entiendo porque sus odios personales se alimentan de los muchachos asesinados, como lo hacen las aves de carroña. Seguiré apostándole a la paz, porque creo que tenemos derecho a vivir de manera civilizada. Los chulos que vean a ver cómo se alimentan, pero que no lo hagan por cuenta de los soldados asesinados.

 

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