Aydé Gamboa, mujer ave fénix

Mar Candela
09 de agosto de 2018 - 02:34 p. m.

1.460 son los días que lleva el proceso judicial en la Fiscalía en contra del agresor que atento contra mí, el 11 de mayo de 2014, en la celebración del día de la madre, me cuenta Ayde.

Así como este caso, hay cientos que reposan en los escritorios de fiscales y jueces que miran con desdén y no le dan relevancia.

Las mujeres no estamos pidiendo lo absurdo, estamos pidiendo ¡lo justo! Las mujeres nos enfrentamos a un sistema judicial parasitario con los procesos de denuncia en contra de agresores que se burlan de la justicia y que dilatan audiencias. Desde poner la denuncia hasta asistir a audiencias judiciales se convierte en un verdadero parto.

El caso de Aydé se ha convertido en un completo viacrucis, desde denunciar al agresor, que hoy sigue tranquilo en su casa -amparado por sus progenitores-: el fiscal 108 consideró archivar el proceso en contra del agresor porque era una “conducta atípica”, es decir, a este fiscal le pareció que las lesiones que le causó eran “raras” o “extrañas” y por esto cerró el caso.

Esta actitud del fiscal olió muy mal. Gracias a la actuación de una de las abogadas de la Secretaría de la Mujer, quien lleva este caso, logró que un juez de control de garantías le ordenara al fiscal desarchivar el caso porque estas lesiones tienen todo el mérito para ser investigadas. Cabe preguntar abiertamente ¿Hubo complicidad entre este fiscal y los padres del agresor?

Después del desarchivo, han pasado tres años asistiendo a audiencias, conciliaciones y reuniones, casi todas fallidas porque el agresor nunca ha puesto la cara; lo cobija su padre. Siempre. Los fiscales y jueces aplazan las diligencias judiciales, se demoran más de dos meses para citar y fuera de eso la última perla fue en el mes de junio de 2018. El denunciado consignó en una cuenta del Banco Popular un valor de millón ochocientos mil pesos dizque para indemnizarla. ¿Entonces está aceptando que sí cometió un delito?

Lo más inadmisible es que el juez citó a una próxima audiencia llamada: “lectura de fallo de preclusión”. Es decir, van a cerrar el caso. Lo insólito es que hasta el sol de hoy no le han dado la posibilidad a Aydé de presentar sus testigos ni los documentos de prueba. A la luz del derecho, a las mujeres nos toca comprobar algo una y cien veces más lo que ya se debería dar por hecho a la luz de los hechos.

Es evidente que las perspectivas de género no están en los haberes de la justicia colombiana; de no ser así desde hace tiempo se había condenado a los agresores que después de meses y años de procesos aún siguen libres. Las mujeres estamos hastiadas de la impunidad.  

Paralelamente a esta historia, el agresor y sus padres denuncian sin evidencias a Aydé Gamboa  y a su padre. Lo más extraño es que estos fiscales sí la llaman, la buscan y le hacen citaciones escritas para que asista a las diligencias en su contra. Es de resaltar que Aydé ha asistido a cada una de las citaciones conforme la ley. A mi juicio ¡Aquí hay gato encerrado! 

La denuncia de Aydé está estancada mientras las denuncias que el fulano hace sí se mueven rapidito. Comparto con ustedes las palabras de Aydé: “Hoy sólo me invade la desidia; sin embargo, mi activismo y lucha por la defensa de los derechos de nosotras me ha permitido liberarme y emanciparme de toda esta apatía. Trabajo porque otras mujeres puedan vivir libres de violencia, o mejor, putamente libres, legado de la organización Feminismo Artesanal, de la cual hago parte como coordinadora del Comité Ave Fénix. Sólo me queda resistir; las mujeres debemos resistir ante este sistema judicial machista y patriarcal. Mi resistencia se basa en seguir apoyando a más mujeres por su libertad, también hablándoles a los hombres en la construcción de las nuevas masculinidades, a contribuir para deconstruir y construir una mejor sociedad entre hombres y mujeres. Mi resistencia es hacer públicas todas las bajezas del sistema y de los agresores. Así que, practicantes de violencia machista, cójanse duro, porque a las mujeres no nos van a callar, lo único que nos queda es nuestra voz".

¡Sólo nos queda resistir!

* Ideóloga, Feminismo Artesanal

 

 

 

 

 

 

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