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Barbosa en cinco meses

Columnista invitado EE: Miguel Villa Uribe
09 de julio de 2020 - 05:02 a. m.

El fiscal lo ha hecho nuevamente. Se inventó una conferencia absolutamente intrascendente en San Andrés isla para hablar de la gestión de los entes de control con su gran amigo, el contralor general de la República, Carlos Felipe Córdoba Larrarte. El hecho podría pasar desapercibido como otro de los deslices de la Fiscalía de Barbosa, quien osa decir que es el mejor fiscal de la historia del país; una figura intachable, de gran ética y moral, que combate la corrupción sin descanso, pero que destapó el poder ilimitado que tienen en conjunto los “tres amigos”

Ya hemos visto cómo el fiscal, el contralor y el procurador van de gira por Colombia en plena pandemia como si fueran el famoso grupo “Los Panchos” para decirnos a todos que no van a permitir un solo acto de corrupción contra el Estado, aunque cada vez crecen más las dudas sobre la ejecución del presupuesto de la Presidencia para la pandemia y el Congreso aún no le hace su control político por el estado de emergencia, pero bueno, esa es otra discusión. Volviendo al tema, el puente pasado, en una de las fechas de este grupo que se realizó en San Andrés nos enteremos, después de fuertes indagaciones, que el fiscal llegó a la isla en el avión de la Fiscalía con su hija, una amiga de su hija y la secretaria ejecutiva de la Fiscalía, Marcela Yepes, hija del importante cacique político conservador Omar Yepes, y que a la vez es esposa del contralor Córdoba. Por el otro lado y en otro avión, en este caso el de la Policía, llegó el contralor con Walfa Téllez, contralora delegada y esposa del fiscal Barbosa, para terminar todos juntos disfrutando de un inolvidable puente en el archipiélago en compañía de familia y amigos por cuenta del erario público.

Cuando se destapó el hecho, no tuvieron más remedio que salir a dar ruedas de prensa por lo sucedido, con la gran sorpresa de que, no solo no se excusaron, sino que salieron a contraatacar a los medios justificando el hecho como si hubieran viajado en sus propios aviones, y muy desvergonzadamente el fiscal aseveró que “antes que ser fiscal, era papá”. Me pregunto eso qué significa. ¿Son más importantes los deseos de la hija de conocer la isla con una amiga que el erario público? Estamos hablando del fiscal que, se supone, vela por acabar la corrupción del Estado y que en los cinco meses que lleva en el cargo ha producido más escándalos que una revista de kiosco. Entre estos, la captura de Aníbal Gaviria, en un proceso que lleva 15 años, la imputación a los siete soldados que violaron una niña con abuso sexual y no acceso carnal violento, debido a que la niña “consintió” este vejamen, la captura de los investigadores de la Dijin que interceptaron legalmente la ñeñepolitica, el aviso con antelación al Centro Democrático que iban a inspeccionar su sede por el mismo caso, como si el fiscal fuera investigador y a la vez campanero del partido, y por supuesto la cereza del pastel, su paseo a la isla.

Lo más grave de toda esta realidad es la acumulación de poder que tienen entre los tres entes de control, y no hay forma de limitar su actuar, ya que en teoría las funciones de cada uno contemplan controlar al otro, y peor aún, son supremamente cercanos al Ejecutivo, haciendo al presidente y al Centro Democrático virtualmente intocables. En estas circunstancias, es de vital importancia que el Congreso pueda retornar a sus funciones para hacer control político y que las cortes ejerzan el debido contrapeso para limitar estas actuaciones en un momento tan crítico para el país. Por el momento solo nos resta rezar para que los deseos de la hija del fiscal no sean pasar su cumpleaños en Panaca en compañía de sus amistades, y veamos a su padre dar una conferencia en Armenia.

Por Miguel Villa Uribe

 

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