Juan Carlos Bastidas Alemán es un captador ilegal. Él y César Fernando Mondragón Vásquez montaron la estafa de las libranzas como principales dueños y directivos de Estraval. Es, pues, inaudito que la revista Semana le dedique dos páginas a Bastidas, pero no para preguntarle dónde están los $360.000 millones que no aparecen de la suma total de $600.000 millones que Estraval recibió del público en una operación de captación ilegal calificada como tal por la Superintendencia de Sociedades desde hace cinco años, cuando se descubrió el delito, sino para darle cabida a una acusación que Bastidas hace contra el liquidador de Estraval. Lo acusa de ser la persona que va a vender un lote en Funza, cuando la realidad es que ese lote no lo puede vender el liquidador sino la fiduciaria que lo tiene en un patrimonio autónomo. No puede haber homicidio sin muerto.
Son dos páginas de Semana donde la revista le hace eco a una queja presentada por Bastidas ante la Secretaría de Transparencia, pero ni una palabra sobre las libranzas que Estraval vendió dos, tres, cuatro y hasta cinco veces a distintos clientes. Ni una palabra sobre la estafa contra el Deutsche Bank, que perdió US$25 millones cuando adquirió los títulos falsos de Estraval. Ni una palabra sobre el escándalo de 2012 de las tulas que contenían US$1 millón incautadas en el aeropuerto de Tocumen, en Panamá, a empleados de Estraval, quienes revelaron que todos los meses hacían el viaje desde Bogotá con dólares en efectivo y que se alojaban en un apartamento de Estraval en el istmo. Ni una palabra sobre el Balboa Bank & Trust, un banco panameño que según las autoridades de los Estados Unidos estuvo al servicio del narcotráfico, en cuya junta directiva tuvieron asiento Bastidas y Mondragón. Ni una palabra sobre una de las cooperativas controladas por Estraval para perfeccionar la estafa de las libranzas: J. Emilio’s. Cuando un periodista de El Colombiano fue a su supuesta sede en Medellín, encontró que la dirección no existía.
Cuando se destapó el escándalo de Bastidas y Mondragón, Semana tituló adecuadamente en portada: “La gran estafa”. El artículo de Gloria Valencia sí reflejaba la realidad del desfalco. Ahora la revista se convierte en vocera de una anomalía imposible denunciada por alguien que no tiene autoridad moral para acusar a nadie. Semana pertenece a banqueros que se dedican a la captación legal. ¿Qué busca el semanario al darle cabida a un pirata de las finanzas que montó un banco en la sombra dedicado a la captación ilegal?