Bienvenido, Russo

Antonio Casale
16 de abril de 2018 - 03:00 a. m.

Miguel Ángel Russo llegó a Bogotá en la madrugada del domingo para volverse a poner al frente de Millonarios. Superada la enfermedad y superada la bacteria que no lo dejaba estar en condiciones normales, se vio de buen semblante a su arribo a El Dorado. El entrenador no juega, pero lidera. ¿Qué tanto puede cambiar el equipo con su regreso?

Para empezar, su capacidad de mando representa en lo emocional un golpe anímico a favor para el grupo. Los jugadores saben que su método los llevó a ser campeones y su manera de gestionar los hizo mejores jugadores y también mejor colectivo con éxito comprobado. Gottardi, quien estuvo al mando en estos meses, hizo lo que pudo. Tiene capacidades como asistente técnico, pero es un rol diferente al del entrenador.

A pesar de que con Russo Millonarios tampoco tenía muchas variantes y era predecible, lo que por otro lado lo hacía consistente, es de reconocer que el argentino leía muy bien los movimientos de los partidos y, aunque no sin polémica, movía sus fichas de manera sorpresiva y eficiente para conseguir puntos.

Russo es resultadista y por eso le gustan los jugadores con estrecho margen de error y máximo nivel de concentración. En ese sentido, le gusta mantener la intensidad durante todo el juego. Desatenciones costosas, como las de Figueroa y Rivas en Itagüí el pasado sábado, son escasas con él en la raya.

De todos modos, la cosa no está fácil. Para clasificar a cuartos tendrá que hacer como mínimo ocho de 12 puntos posibles, incluidos un clásico contra Santa Fe en la última fecha y la siempre difícil visita a Ibagué para enfrentar al Tolima. En Libertadores se hace indispensable sumar los seis puntos que se empiezan a disputar esta semana contra Deportivo Lara para mantener la ilusión o al menos asegurar la continuidad en rondas adelantadas de la Suramericana. Pero Russo tampoco es mago. El entrenador encuentra a su llegada a muchos titulares o llamados a serlo en departamento médico. Montoya, Ovelar y Carrillo, los tres refuerzos de este año, están por fuera. Ninguno estará en Copa. Domínguez apenas vuelve de una operación y Rojas no ha podido con la pubalgia.

Aunque, por convicción, Millos ha decidido darles recorrido a varios juveniles, por necesidad está teniendo que darles la responsabilidad de echarse el equipo al hombro en estos momentos definitivos y ellos, como es normal, todavía son irregulares.

Cuando se fue, Millos estaba saludable y Russo enfermo. Ahora es al revés, aunque por fortuna ninguna vida corre peligro. Ojalá pueda, como el semestre pasado, darle un giro a una nave que parece confundida en las horas definitivas. Bienvenido, profesor.

 

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