Bio y agrocombustibles, diferencias y futuro

Juan Pablo Ruiz Soto
17 de septiembre de 2008 - 01:12 a. m.

LA CONFUSIÓN ENTRE BIO Y AGROcombustibles empieza a despejarse, y la mayor contribución práctica, con efecto político y económico, la acaba de hacer la semana pasada el Comité Industrial Asesor del Parlamento Europeo.

En el propósito de sustituir energía fósil por energía renovable, el Comité recomienda a los legisladores de la Unión Europea que se conserve la meta para 2020, de un 10% de energía renovable en todos los combustibles utilizados en el transporte y diferencia bio de agrocombustibles.

Para el 2015 propone que la meta de mezcla debe ser sólo del 5% y que por lo menos la mitad de la energía renovable que se use, no sean alimentos, ni compita por tierra para su producción. No puede tener origen en caña de azúcar, maíz, ni aceite de palma entre otros.

Para 2020, recomienda llegar al 10%, con por lo menos un 40% aportado por los llamados productos de segunda generación que incluye el uso de desechos orgánicos, algas o vegetación que para producirse no tienen origen en cultivos que desplazan producción de alimentos y menciona otras fuentes alternativas adicionales como hidrógeno y energía eléctrica.

La propuesta del Comité Industrial, que sin duda tiene mucho peso en los legisladores, para que sea norma, debe ser aprobada por el Parlamento en pleno y esta discusión aún está pendiente. En el Parlamento europeo no es nuevo, ya en julio del 2008 su Comisión Ambiental había recomendado bajar la meta del 2020 del 10 al 4% y revisar la propuesta en el 2015. Hoy, Europa es el principal importador neto de agrocombustibles en el mundo y por ello, para Colombia se prende una alerta roja, pues con caña y palma, el país tiene un importante programa de agrocombustibles. El trabajo realizado por el Comité, lo debemos revisar cuidadosamente, pues incluye el análisis de la relación entre agrocombustibles y alimentos.

En junio de 2008 y en el contexto de la crisis de alimentos, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, llevó a la reunión del Grupo de las 8 economías más poderosas del mundo (G-8) en Osaka, Japón, un punto que refleja la preocupación a nivel planetario por la producción y uso de biomasa para combustibles. El señor Zoellick propuso que se hiciera un compromiso de reexaminar la política hacia los biocombustibles en los países del G-8 y generar un acuerdo entre los Estados Unidos y Europa para mitigar (disminuir) subsidios, mandatos y tarifas sobre los biocombustibles que son derivados de maíz y semillas aceitosas y acelerar la investigación de productos de celulosa de segunda generación.

En diversos escenarios, se cuestiona la denominación genérica inicial de bio combustibles, que asume un impacto positivo en términos ambientales por ser energía con origen en la biomasa. La de Agrocombustible, es más clara pues muestra su estrecha relación con la producción agropecuaria y la oferta y demanda de alimentos, dejando el análisis bio para el ambientalismo.

El límite de las fuentes de energía fósil, los altos precios del petróleo y los conflictos políticos con los países que poseen importantes reservas de energía fósil, hicieron que en USA se optara por el uso del maíz como fuente energética. Entre 2005 y 2007, el 75% del incremento en la producción de maíz en USA fue usado para producir etanol, generando claros impactos por desabastecimiento en México al disminuir las exportaciones.

El debate está abierto, los agrocombustibles parecen condenados a desaparecer en el mercado internacional, con una efímera y limitada existencia que hace puente transitorio entre la energía fósil y la energía renovable. De otra parte, el mercado futuro de los verdaderos biocombustibles cada día se abre más espacio.

Es necesario revisar nacionalmente la estrategia para los agrocombustibles y hacer una cuidadosa evaluación social, económica y ambiental para definir la extensión máxima y ubicación de los cultivos y ajustar las políticas de favorabilidad económica y reglamentaria hoy existentes. Por los riesgos asociados, hay que limitar y localizar de manera estricta la producción y comercialización de agro- combustibles para que sea social y ecológicamente deseable. A nivel nacional, esta tarea está pendiente.

* El autor es economista con especialidad en manejo de recursos naturales en el Banco Mundial. Los puntos de vista aquí expresados son del autor, no representan ni pueden atribuirse a la entidad para la cual trabaja

 

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