Bioeconomía: un camino al desarrollo sostenible

Dolly Montoya Castaño
02 de marzo de 2019 - 05:00 a. m.

Hemos visto en los últimos años y alrededor del mundo la intensidad de los inviernos arrasando viviendas, animales y cultivos dejando miles de damnificados a su paso, al tiempo que, como si estuviéramos en un sube y baja, se ven asfixiantes veranos que derriten grandes zonas del ártico, consumen bosques, selvas y paramos, desplazando comunidades y hasta extinguiendo especies de fauna y flora. Se trata del calentamiento global y el cambio climático, consecuencia de la relación predadora que hemos entablado con nuestro planeta. Modificar nuestras costumbres y superar los problemas medioambientales que hemos provocado son de los mayores retos que enfrenta la humanidad.

Sin embargo, como país y como sociedad llegamos a enfrentar los problemas del siglo XXI aún trayendo a cuesta y sin resolver los del siglo XX: violencia, desigualdad, necesidades básicas insatisfechas, ausencia de un aparato productivo en capacidad de competir frente a la región y el mercado global, dependencia de la economía extractiva, altísimos niveles de informalidad, entre otros. Un ejemplo de estos problemas se relaciona con que el 45% de los productores agrícolas colombianos vive en condición de pobreza, según el Censo Nacional Agropecuario 2014.

Estoy convencida que resolver gran parte de los problemas y retos de Colombia depende de que sus soluciones se conviertan en propósitos comunes del país, haciendo participe a los actores de la sociedad, aquellos que componen la hélice que configura el Sistema Nacional de Innovación: el Estado y sus instituciones, el sector productivo y sus empresas, la comunidad académica y científica y el conjunto de la sociedad civil organizada.

Para empezar, debemos trazar una hoja de ruta que atienda varios de los retos planteados, y que sea sostenible y sustentable frente a las necesidades del país y la conservación del medioambiente. Esto será posible partiendo de nuestras principales potencialidades, a saber: 1) Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo, 2) tenemos un potencial agrícola de 22 millones de hectáreas aptas para el cultivo, de las que aprovechamos apenas 5 millones, solo el 24% según informó el Instituto Geográfico Agustín Codazzi.  

Ambas cosas, biodiversidad y tierra disponible para producción alimentaria configuran un potencial excepcional frente al reto del cambio climático. Dicho potencial debemos desarrollarlo con estrategias de aprovechamiento que nos permitan resolver necesidades de las comunidades, fortaleciendo la educación, la ciencia, la tecnología e innovación y, en particular, consolidando el extenso campo de la bioeconomía.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico la bioeconomía es “Transformar el conocimiento de las ciencias de la vida en productos nuevos, sostenibles, ecoeficientes y competitivos. La aplicación de la biotecnología a la producción primaria, la salud y la industria podría dar lugar a una bioeconomía emergente contribuyendo a la producción económica” (OCDE, 2009)**. La bioeconomía es entendida como una estrategia basada en el conocimiento y la investigación para aprovechar los recursos naturales, siendo una fórmula que da respuesta a nuestros retos para procurar el bienestar social y el beneficio económico de nuestra población.

En Colombia tenemos experiencias en donde científicos y académicos, identificando las necesidades y retos de las comunidades en producción agrícola, hemos desarrollado con éxito, por ejemplo, fisiología de cultivos, mejoramiento de semillas, fertilizantes y agentes para el control de plagas mediante control biológico, entre otros, potencializando la producción y logrando una relación equilibrada con el medioambiente.

Sin embargo, escalar los resultados de la investigación a los procesos y volúmenes que la industria demanda, implica un alto costo y una gran capacidad institucional con la que no cuentan las universidades. Esto, lejos de ser un problema es la posibilidad para que las empresas dentro del Sistema Nacional de Innovación puedan desarrollar nuevos mercados que fortalezcan el aparato productivo, apalancando la investigación con nuevos recursos y llevando sus resultados a niveles de producción industrial. El Estado, también debe estar allí, ya lo ha hecho antes con entidades como Colciencias que realizan fomento, y con instituciones como el ICA desarrollando una inspección y regulación que garanticen a la sociedad productos de alta calidad, que responden a sus requerimientos y, a la vez, cuiden el medioambiente.

De este proceso bioeconómico, que puede emularse en la producción pecuaria, piscícola, farmacéutica, de ecoturismo, entre muchos otros temas, nacerán miles de emprendimientos que además de los productos o bienes generados por la articulación entre sociedad, universidad, Estado, empresa, también impactarán generando nuevos empleos y un mayor desarrollo económico para las regiones.

Un ejemplo de “spin-off” universitarias que se gestó en la Universidad Nacional de Colombia es una empresa eco innovadora de base tecnológica que hoy se llama Biocultivos S.A. La “spin-off” se desarrolló en cooperacion con los empresarios productores de arroz, la Federancion Nacional de Arroceros, el ICA, Colciencias y las asociaciones de cultivadores de arroz. Dando cuenta del éxito que como país significa que los distintos actores de la sociedad se articulen bajo un Sistema Nacional de Innovación.

Los emprendimientos de ecoinnovación con base tecnológica se integran a la cadena de desarrollo científico, técnico, para seguir contribuyendo bajo los objetivos de suplir necesidades especificas del país, articular los actores del sistema de innovación, gestionar e invertir con eficiencia los recursos disponibles, cuidar del medioambiente y, además, apalancar nuevos procesos de formación, e investigación para la innovación.

Es tiempo de poner la lupa en la bioeconomía que inserta nuevas dinámicas de producción y consumo eco innovador, sostenibles, competitivas, eficientes y de base tecnológica. Las universidades y centros de investigación ponemos a disposición todo nuestro conocimiento sobre transformación, manejo y cuidado de los recursos biológicos en el marco de un Sistema Nacional de Innovación integrado al sector productivo, al Estado y a la sociedad organizada. Creemos que este tipo de esfuerzos mancomunados son la verdadera formula para un desarrollo sostenible con el ambiente, que irrigue progreso a cada región de nuestro país.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

** OCDE, The Bioeconomy to 2030: Designing a Policy Agenda (2009).

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