Bogotá 2030, con dignidad

Fernando Barbosa
02 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

En reciente publicación de Euromonitor International se presenta la proyección de cuáles serán las megaciudades en 2030, es decir, las que cuentan o contarán con más de diez millones de habitantes. En el presente su número es de 33 y se estima que llegará a 39 en 12 años.

De acuerdo con esta fuente las actuales son: en Europa: Londres, París, Moscú y Estambul. En las Américas: Nueva York, Los Angeles, Lima, México, Río de Janeiro, São Paulo y Buenos Aires. En África y el medio oriente: Lagos, el Cairo y Teherán. En China: Beijing, Shangai, Shenzhen, Guangzhou, Tianji y Wuhan. En India: Mumbai, Delhi, Bangalore y Calcuta. En el resto de Asia: Manila, Jakarta, Dhaka, Bangkok, Karachi, Ho Chi Minh, Seúl, Tokio y Osaka.

De las seis que se sumarán de aquí al 2030, solamente una corresponde al mundo desarrollado: Chicago. Las otras cinco son Luanda en Angola, Bagdad en Irak, Chennai en India, Dar es Salaam en Tanzania y Bogotá. Y es la inclusión de nuestra capital lo que provoca muchas reflexiones.

Lo primero que salta a la vista es que nos encontramos ante un evento nada lejano y que el plazo para adaptarnos pareciera estar ya vencido. Nos restan tan solo 12 cortos años. Si bien es cierto que el crecimiento de la población generará un aumento del PIB de la ciudad con todas las oportunidades que se desprenderán de ello, el desafío es el cómo desarrollarla de manera sostenible.

Los retos son enormes y los planificadores y los diseñadores de las políticas públicas y privadas tienen que afrontar la escalada de problemas sociales, económicos y medio ambientales que se detectan no solo en nuestro medio sino en todo el mundo.

Acabo de visitar en Tokio un sitio que era un terreno yermo y terminó convertido en chinju no mori, en bosque sagrado. Se trata del santuario de Meiji que se completó en 1920. La arborización de su entorno se hizo con 100.000 árboles y plantas donadas por todas las regiones y varios países vecinos. Este oasis en medio de la gran urbe, donde se puede respirar y donde se oyen los cantos de las aves, tiene 700.000 metros cuadrados, producto de una planificación que se hizo en la primera década del siglo XX y que se ejecutó en 100 años.

El anterior ejemplo demuestra la imperiosa necesidad no sólo de pensar, sino de planear la ciudad a largo plazo. Estamos a menos de un año de las próximas elecciones para alcalde y no se oye una sola propuesta que nos comprometa con el futuro. Políticos y empresarios esquivan las responsabilidades y no se pronuncian. Las garantías para poder tener una ciudad en la que la dignidad de sus habitantes sea no solo una meta sino una realidad, es el desafío que se les plantea a los jóvenes que tienen que tomar el relevo. Ellos son los únicos garantes.

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