Brasil en llamas

Oscar Guardiola-Rivera
05 de septiembre de 2018 - 03:00 a. m.

El monopolio mediático propiedad de la familia Marinho en Brasil, O'Globo, ha sido una pieza clave del golpe de estado para arruinar la economía e imagen internacional del más poderoso país de América Latina. En una editorial reciente, O'Globo agradeció el voto de Luis Roberto Barroso sobre la decisión del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que recordaba al gobierno del vecino país su obligación de respetar los derechos de Lula da Silva y permitir su candidatura a la presidencia durante las elecciones de octubre.

“La larga sesión de juzgamiento también sirvió para que el relator Barroso detallase la patraña en que consiste la tal defensa ‘de la ONU’ del reconocimiento de la candidatura del expresidente”, afirmó dicho editorial.

En respuesta a los recientes acontecimientos en ese país, la vice-presidente del Comité, Sarah Cleveland, enfatizó que “el Comité de Derechos Humanos considera la negativa a cumplir con las medidas cautelares, una violación del Protocolo Adicional; si la situación actual se mantiene, el Comité le hará saber de ello al gobierno brasileño”.

Entre tanto, el candidato de la derecha más conservadora, Jair Bolsonaro, se subía a una tarima en Acre para llamar al fusilamiento de ciudadanos brasileños simpatizantes del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) que lidera el expresidente Lula. “Se trata de una amenaza, una incitación al homicidio”, alegó en su nota de queja el PT.

Sin embargo, la Procuradora General Raquel Dodge (una suerte de equivalente de Alejandro Ordóñez, antes quemador de libros, Procurador General y ahora insigne representante ante la OEA), quien ha atropellado todos los plazos para impedir la candidatura de Lula, se ha abstenido de producir providencia alguna contra el fascismo explícito de Bolsonaro, quien durante el “impeachment” de Dilma Rousseff había dedicado su voto en defensa de la tradición, la familia y la propiedad al torturador de esta durante la anterior dictadura brasileña.

El candidato de la ultraderecha brasileña ya enfrenta acusaciones de racismo e incitación al estupro ante el tribunal electoral. El juicio a Rousseff, el asesinato de la concejal Franco, la persecución contra Lula y la izquierda brasileña en general constituyen una verdadera cacería de brujas. Como nos recuerdan la antropóloga brasileña Manuela Carneiro y Silvia Federici, las cacerías de brujas del pasado y del presente no buscan sólo domesticar el cuerpo de las mujeres sino también los saberes y prácticas políticas asociadas al goce colectivo (el nombre de la coalición que lidera Lula es ‘Brasil Feliz de Nuevo”) y la fabricación de futuros diferentes.

Es por ello que los políticos fascistas incitan al estupro y la violencia, o son ellos mismos violadores y paramilitares, o quemalibros. Brasil arde, no sólo su Museo Nacional.

 

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