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¿Bueno para EE.UU., malo para América Latina?

Columnista invitado EE
20 de agosto de 2012 - 11:00 p. m.

Julian Assange y las revelaciones de Wikileaks atentaron contra el poder y la hegemonía de Estados Unidos en su intención de promover la democracia en el mundo con las denominadas intervenciones humanitarias.

Assange divulgó al mundo lo que era un secreto a voces: Irak, Pakistán, Afganistán, Honduras, la muerte de Bin Laden y tantas otras infidencias que, según Noam Chomsky, “demostraron cuánto odia Estados Unidos la democracia”. Assange puso en evidencia la diplomacia secreta de la posguerra fría, afrontó gobiernos y corporaciones en pro de la justicia y la defensa de los derechos humanos. Ese escándalo señaló la fragilidad de las hegemonías ante el cuarto poder: el de los medios. Assange fue denunciado por abuso y agresión sexual en Suecia. En 2010 lo detuvieron en Inglaterra y luego de pagar una fianza millonaria logró arresto domiciliario. Empezaría así la pelea de Assange en contra de su extradición a Suecia. La Corte Suprema Británica le negó su solicitud. Assange solicitó al presidente Rafael Correa asilo en Ecuador, debido a que su entrega al gobierno sueco podría ser un paso previo para su extradición a Estados Unidos, en donde recibiría la pena de muerte o cadena perpetua por espionaje.

A partir del momento en que Ecuador decide concederle protección diplomática, la cual había sido negada por varios países, incluyendo Australia, su país natal, Reino Unido amenazó entrar a la embajada de Ecuador en Londres para arrestar a Assange. A pesar de que el gobierno de Cameron está respaldado por una ley nacional que concede al Estado Británico el derecho a revocar el estatus diplomático de una embajada, vale recordar que Inglaterra es miembro de la Convención de Viena y en noviembre pasado, avalada por el principio de inviolabilidad de las representaciones diplomáticas y consulares, presentó un reclamo al Consejo de Seguridad de la ONU debido a un asalto islamista en su embajada en Teherán, acción que fue condenada por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Los países de la Alba rechazaron las amenazas proferidas por el Reino Unido contra Ecuador. Unasur también. Con todo, lo más inusitado fue la decisión histórica de la mayoría de los países que integran la OEA —con excepción de Estados Unidos y Canadá— de apoyar a Ecuador, mediante consulta. ¿Será que lo que es bueno para Estados Unidos dejó de ser bueno para América Latina?

 

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