Cáncer

José Fernando Isaza
22 de junio de 2017 - 02:00 a. m.

Una traducción de un correo electrónico, con algún grado de ajuste, se lee así: “El cáncer es la venganza de Dios… por blasfemar, ateos como él ignoran los hechos. Les gusta actuar como si todo fuera una coincidencia, su agonía será con convulsiones y dolores… y luego de la agonía vendrá la muerte, será enviado al INFIERNO eternamente y sufrirá torturas por un fuego que no se apaga”.

No es, como podría pensarse, un correo de Alejandro Ordóñez o de María Fernanda Cabal dirigido al ministro de Salud por haber hecho público su cáncer, afortunadamente tratable y de buen pronóstico, y por su condición de ateo.

El correo es una muestra de las que recibió Cristopher Hitchens, reconocido racionalista y ateo, cuando divulgó que tenía un cáncer terminal. En su libro Mortalidad narra sus últimos días. En relación con el correo enviado por fanáticos religiosos, comenta que le extraña la forma de escribir quienes dicen profesar una religión centrada en el amor al prójimo.

Paradójicamente, Alejandro Gaviria aparece en las encuestas como uno de los ministros con más baja calificación, pero cuando se analiza su gestión es posiblemente la de mayor significación. Su formación académica, aunada a su concepción liberal de las relaciones ciudadano-Estado, le ha llevado a defender, contra las crecientes fuerzas oscurantistas, los derechos de tercera generación; la eutanasia y el aborto en casos aceptados por la Corte Constitucional, es decir, embarazo fruto de una violación, malformación del feto que hace inviable la vida del bebé, riesgo de muerte para la madre.

Con buen manejo, ha evitado que explote, en toda su magnitud, el problema del sector salud. El modelo actual no es sostenible financieramente aun si no se robaran parte importante de los recursos. El diseño inicial estimaba un 70 % de los afiliados en régimen contributivo y un 30 % en régimen subsidiado, hoy los porcentajes están invertidos.

En una columna anterior escribí: “El problema es la brecha entre la calidad y el nivel de servicio que se quiere y los recursos que se destinan a este sector. Colombia dedica el 6,4 % del PIB a los servicios de salud, porcentaje similar al dedicado a la guerra. Lo que equivale a $910.000 por habitante por año. El aporte al régimen subsidiado es cercano a $500.000 por afiliado. Si se compara esta cifra con Chile, se tiene que este país destina el 8,2 % del PIB a salud, pero su PIB por habitante es 90 % mayor que el colombiano, lo que da un gasto por salud de dos y media veces mayor que el nuestro y exige un servicio al menos comparable. En los países desarrollados la situación es: el Reino Unido gasta 7,15 veces más por persona que Colombia, Italia 6,5 veces mas. El caso de Estados Unidos es desolador: gasta el 16 % del PIB en salud, la cobertura es baja, la mayor parte del gasto se incurre en los últimos meses de vida del paciente y gasta 16 veces más por habitante que Colombia” (datos del 2015).

El próximo gobierno tendrá que tomar medidas correctivas para conjurar el déficit estructural del sector.

Gaviria es uno de los pocos economistas de pensamiento original; basta recordar sus estudios econométricos que muestran la relación entre el salario de una persona y el nombre de esta. Nombres “sin tocayo” tan comunes en el Eje Cafetero condenan a la persona a tener un salario inferior al que tendría si se llamara Pedro, Antonio, Juan, etc.

Le deseo a Alejandro una pronta y total recuperación.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar