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Candidato Zuluaga: ¡Renuncie!

Juan Pablo Barrientos
19 de mayo de 2014 - 04:35 a. m.

Las increíbles similitudes faciales no son las únicas características que unen a Óscar Iván Zuluaga con Richard Nixon.

Ambos, de extrema derecha, decidieron interceptar las comunicaciones de sus enemigos para sacar réditos políticos que les permitieran permanecer o llegar al poder, todo dentro de la carrera por la presidencia.

Gracias a la investigación de los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, Estados Unidos conoció el escándalo político más grande de su historia, resumido así: el 17 de junio de 1972, cinco hombres fueron arrestados dentro de la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate. Su jefe era James McCord, director de seguridad de la campaña reeleccionista del entonces presidente-candidato Richard Nixon. Tras su captura, estos sujetos fueron acusados de intentar interceptar comunicaciones. La investigación de las autoridades arrojó, dos años después, que desde la Oficina Oval se había dado la orden de interceptar las comunicaciones del partido opositor. Sin salida, Nixon renunció y se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en hacerlo. Varios de sus asesores terminaron en la cárcel, mientras que Gerald Ford, su vicepresidente y presidente tras la dimisión, le ofreció un indulto que lo dejó libre de toda culpa. El tema hubiera muerto en 1972, de no ser por la disciplina y perseverancia de Woodward y Bernstein, quienes con la ayuda de una fuente anónima, Garganta Profunda, y a pesar de las presiones e intimidaciones, llegaron hasta el final y cobraron la cabeza de Nixon.

En Colombia existe la versión criolla del Watergate. El candidato del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, consideró decente contratar a un supuesto experto en seguridad informática para interceptar las comunicaciones de los negociadores del proceso de paz en La Habana, de las Fuerzas Militares y, según el fiscal, del propio Presidente de la República. La Fiscalía allanó el centro de interceptaciones el 6 de mayo, diecinueve días antes de las elecciones presidenciales, y capturó al "cerebro" de las mismas, Andrés Fernando Sepúlveda. El candidato Zuluaga salió, al otro día, a negar todo vínculo con este. Pero su mentira le duró menos de dos días, cuando se supo de la existencia de fotos y videos que lo vinculaban directamente con el "experto" informático.

Diez días después, la Revista Semana confirma aquellos encuentros entre Zuluaga y Sepúlveda, ya con el agravante de conocer el contenido de las conversaciones, en las que claramente el candidato Zuluaga está informado de toda la actividad ilícita del supuesto hacker. El informe ejecutivo que recibe Zuluaga es detallado y podría constituir una actividad delictiva por violación ilícita de comunicaciones, acceso abusivo a un sistema informático, concierto para delinquir, espionaje, entre otros.

Estudiosos del escándalo de Watergate coinciden en que Nixon cayó por su personalidad. Argumentan que tenía un delirio de persecución que le hizo daño durante toda su carrera política. Siempre pensaba que sus enemigos estaban hablando de él o querían hacerle daño, y de ahí la orden de interceptar Watergate. Ocurre lo mismo con el uribismo. Su delirio de persecución los hace pensar todo el tiempo que nada de lo que se está negociando en La Habana es conveniente para el país (en realidad, para ellos) y de ahí la orden criminal de interceptar las comunicaciones hasta del propio Presidente de la República. La estrategia de Nixon fue, hasta el final, la negación. La uribista es más descarada: a pesar de la existencia del video, aseguran que es un "vulgar montaje" y se preguntan quién grabó y filtró el video. El delito, según su lógica, reside en el que graba con una cámara escondida y luego filtra la información, mas no en las actividades ilícitas del candidato.

El caso colombiano es más grave que el estadounidense. En el segundo se espiaba al partido opositor; en el nuestro se espía al Estado, representado en su Presidente y sus Fuerzas Armadas. En cualquier país donde la justicia funcionara o la decencia acompañara el quehacer político, el candidato estaría tras las rejas o, como mínimo, habría renunciado.

Candidato Zuluaga: ¿qué espera? ¡Renuncie! Nixon renunció por menos, pero lo hizo con gallardía. Renunció presionado por una mentira que ya no podía sostener, y un inminente ‘impeachment’, pero lo hizo. En una semana usted podría convertirse en presidente de los colombianos y lanzar por un abismo la institucionalidad del país, la cual no aguantaría tener a otro presidente gobernando con un escándalo a cuestas, como aquel que nos tuvo en suspenso entre 1994 y 1998, con todo y, como siempre, con su ahora jefe moral y político apoyando a los elefantes y mamolas. Y es posible, como usted lo ha dicho, que todo esto haga parte de una guerra sucia al ver el ascenso suyo en las encuestas. Lo imposible, sin embargo, es que los colombianos nos permitamos tener a un presidente que abiertamente imparte órdenes y recibe informes de actividades delictivas, producto de interceptaciones ilegales, como ocurría en un pasado no muy lejano en esta misma Colombia, que ustedes ofrecen como distinta.

(...)

¡Lo olvidaba! La lógica gringa y la colombiana se parecen mucho. A sabiendas del escándalo, los gringos reeligieron a Nixon. A sabiendas de un video con evidencia delincuencial, Zuluaga sube en las encuestas, gana la primera y la segunda vuelta, Uribe regresa a la Fiscalía, de nuevo se lustra los zapatos, se nos ríe en la cara, regresa al poder y pone en su lugar a su títere. Frank Underwood es apenas un aprendiz.

Dardos:

-Decía Adolfo Zableh en su última columna en El Tiempo que estas elecciones eran como elegir entre un cáncer y un sida. De acuerdo.

-Rodrigo Mesa, el mismo del bollo perfumado, dice que para las próximas elecciones está pensando entre repetir Asamblea, Alcaldía de Envigado o Gobernación de Antioquia. Se tiene confianza.

-Los dos secretarios de Infraestructura de Antioquia, del departamento y de la Alcaldía, investigados por problemas en contratación. Crisis no solo en el sector Infraestructura de ese departamento, sino en su gobernanza.

 

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