Estar furioso contra nadie es el peor tipo de furia, plantea El subrayador de Pedro Mairal. Esa ira sin destinatario único es la que produce la academia cuando, arropada por el conocimiento y la “universalidad”, invisibiliza a las mujeres que cuentan con méritos para tener voz en instancias investigativas, deliberativas y decisorias.
La participación de las mujeres en la academia parece un permanente ensayo, el patriarcado dando palos de ciego. Prueba de ello son los manels (“male panels”), paneles científicos o académicos integrados por hombres. Detrás de barbas solemnes y ceños fruncidos en los afiches que convocan, se agazapan excusas como “no encontramos expertas en el tema”, “ninguna podía a esa hora”, “ya hemos invitado mujeres en otras oportunidades”, “no aparecen mujeres en nuestro banco de datos”. O el clásico de la pereza: “Todas dijeron que no”.
(Alguien preguntó en redes sociales: “¿Si es un panel de puras mujeres entonces está bien?”. Lo “puras” es irrelevante; la respuesta es: sí, está bien. Desde hace diez siglos, desde el surgimiento de las primeras universidades de Occidente, los hombres han estado mirándose mutuamente el ombligo).
En los dominios del mocasín y el pantalón de pana, todavía cuesta acomodarse las gafas sobre el tabique para observar el panorama completo, desinstalar el sesgo de género (las mujeres también somos responsables) y derribar estereotipos. Pero los manels son solo otra manifestación de la ceguera académica: después de 60 años, Eafit, una de las universidades privadas más importantes de Colombia, tiene por primera vez una rectora. Por unanimidad, el Consejo Superior eligió a Claudia Restrepo Montoya.
¿Cuál es el panorama actual de las mujeres en la academia?
Publicar datos es fundamental para evidenciar el grosor del techo de cristal. Ana María Gutiérrez Monsalve, investigadora del Observatorio de Sapiencia, dio a conocer una serie de datos (fuentes mixtas) sobre la participación de mujeres en el ámbito académico en Colombia (380 instituciones): 19 % son rectoras; 38 %, investigadoras; 38 %, profesoras y 53 %, mujeres matriculadas. De las rectoras, 23 % trabajan en instituciones públicas y 77 %, en privadas.
En Bogotá un 47 % son rectoras; en Antioquia, 13 %; en Nariño, Valle del Cauca y Atlántico, 6 % respectivamente.
Según el reporte más reciente del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe de la Unesco (Iesalc), solo 18 % de las rectorías de las instituciones de educación superior en la región están dirigidas por mujeres. Europa está peor: apenas 12 % de las rectorías. 22 de los 46 países de la Asociación Europea de Universidades no tienen ninguna institución con una mujer a cargo. De acuerdo con Times Higher Education, 34 de las 200 mejores universidades del mundo están guiadas por mujeres (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Australia, Canadá, Francia y España).
¿Qué tal si, para empezar, los invitados a paneles ensayan preguntar quiénes están en la organización de los mismos y quiénes los integrarán, y se nieguen a participar en discusiones sin mujeres? Las acciones afirmativas son medidas pedagógicas transitorias aplicables en sociedades donde es necesario visibilizar a las mujeres en el debate público. No es para siempre… solo hasta abrir los ojos.