Chacón: “el Sepulturero”

Pablo Felipe Robledo
12 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

Hace dos semanas en mi columna titulada “La reforma a la justicia” vaticiné su hundimiento. No lo hice con la intención de sentirme feliz si ello ocurría (mejor equivocarme) o por desconocer los buenos propósitos de la ministra de Justicia, Gloria María Borrero, profesional, íntegra y conocedora del sector justicia.

Escribí lo que escribí por el hecho de que tramitar una reforma a la justicia en el Congreso es misión que solo fracasos le ha traído al país. Muchos congresos, gobiernos y ministros han fracasado en el intento, pues todo el mundo quiere una reforma a la justicia pero cuando ella avanza, aparecen desde distintas orillas sus enemigos, conspirando a través de congresistas o magistrados de altas cortes. Cambiar la estructura de la justicia a través de reformas en el Congreso se ha vuelto causa perdida.

Colombia requiere esa reforma y hundir cada intento conduce a la idea, cada vez más generalizada, de que la misma solo es posible a través de una constituyente, ajena a congresistas y magistrados. Una reforma a la justicia no es solo cambiar la estructura de gobierno de la rama, ni la forma de elegir magistrados, ni quitarles funciones electorales; allí hay cosas aún más importantes como cambios para procurar la eficacia e introducir mecanismos de descongestión o desjudicialización que descarguen el sistema judicial.

Ahora bien, lo ocurrido en esta oportunidad con el hundimiento de la reforma es escandaloso. El proyecto había avanzado con importantes cambios en Senado y paulatinamente había logrado acuerdos políticos para próximos debates. Sin embargo, el presidente de la Cámara, Alejandro Carlos Chacón, se dedicó a descalificar a la ministra y a entorpecer la tramitación del proyecto para sepultarlo.

Chacón dilató varias semanas la remisión del proyecto a la Comisión I de la Cámara. En vez hacerlo de forma inmediata como era indispensable, acudió a todo tipo de excusas y leguleyadas que incluso le hicieron acreedor de una severa protesta del secretario del Senado y de la ministra, quienes catalogaron de inusual lo que ocurría. Gracias a “las gracias” de Chacón, la reforma llegó moribunda a la Comisión I, aunque con signos vitales.

Posteriormente, Chacón hizo una visita a la Comisión I para sembrar dudas sobre la integridad del expediente y desviar su debate, para dejarla más moribunda aún.

Y la estocada final, también de Chacón, quien se ufana y autoproclama como el “sepulturero de la reforma”. Chacón tuvo la “genial” idea de convocar a plenaria de Cámara a la misma hora en que debía sesionar la Comisión I, con lo cual obligó a la Comisión a cancelar el debate del último día en que era viable aprobar allí la reforma a la justicia. Y se hundió.

Representante Chacón: puede estar muy contento con el hundimiento de la reforma, feliz con que ahora sea reconocido con el alias de el Sepulturero, pero lo que sí debe saber es que lo que en realidad hizo fue acabar, una vez más, con el sueño de millones de colombianos que queremos una mejor y más transparente justicia, empeño al que no renunciaremos, a pesar de sepultureros como usted.

 

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