Chicos buenos, chicos malos

Catalina Ruiz-Navarro
01 de marzo de 2018 - 04:35 a. m.

Un reciente capítulo de Las Igualadas hace una investigación periodística sobre las denuncias por maltrato contra el exitoso youtuber Nicolás Arrieta por parte de varias de sus exparejas. Cuenta Las Igualadas que entre los maltratos contra las cinco denunciantes están que las manipulaba, atacaba su autoestima, las encerraba, las dejaba fuera de la casa, las grababa llorando, las insultaba en público y en privado y las presionaba para tener relaciones sexuales. Arrieta hacía otros maltratos misóginos como “burlarse de la vagina” de una de ellas, y a otra la obligaba a bañarlo, peinarlo y afeitarlo y la dejaba sin comida. Además, el poder de Arrieta no solo está en su audiencia de YouTube, porque es hijo de un político del PIN. Solo con hacer sus denuncias públicas estas mujeres han sido amenazadas de muerte en internet, sin contar con el impacto que en su salud y bienestar tuvo el maltrato de Arrieta.

Él por su parte desestima las denuncias o dice que no se acuerda. Arrieta es lo que se conoce desde los tiempos de James Dean como “un chico malo”. En vez de guardarse los cigarrillos en la manga de la camiseta está lleno de tatuajes, dice abiertamente que quiere ser el malinfluencer y rota varios clichés de tiempos del joven Werther del tipo “Ahogaré mi tristeza con alcohol” y los intercala con videos de chistes clasistas y abiertamente misóginos. Quizá su única defensa es decir que todos estos maltratos a sus parejas los hizo cuando era mucho más joven, pero en un video reciente se burla de las denuncias diciendo: “Próximo videoblog del mosquito: piqué a un youtuber acosador”.

Mientras tanto, en México, un “chico bueno”, autoidentificado como aliado y feminista y con miles de seguidores, fue denunciado por una ex (Ana Gabriela Robles) por, ¡adivinen! Según Robles, Javier Carmona o @soysaverio, quien trabaja en la Comisión de Atención a Víctimas: “Por las noches, si no había accedido por voluntad propia a tener sexo, Javier hacía usualmente dos cosas: se quitaba la ropa interior con mi consentimiento, se acomodaba pegado a mí y frotaba sus genitales contra mi cuerpo o tocaba mis genitales despacio aunque anteriormente le había hecho saber que no tenía la intención de sostener relaciones sexuales. En ocasiones, bajo esta insistencia accedía a su petición desde la primera instancia, en otras ocasiones accedía después de varias horas de no dejarme dormir”. ¿Suena conocido?

Más que conocidas, estas historias son un retrato de cómo suelen ser las relaciones heterosexuales contemporáneas. En realidad no importa si el chico es “bueno o malo”. Y por eso es seguro que muchos hombres están preocupados por el incremento de denuncias, ya no solo de acoso o violación, también de cuestionable conducta sexual. Sí, seguro a muchas nos ha tocado torear una situación así. Verbo torear. Sí, seguro ustedes, hombres heterosexuales, han hecho algo así y ahora se sienten muy nerviosos pensando: ¿será que yo soy el siguiente? Como no se puede echar para atrás el tiempo tienen dos opciones: 1. Devanarse los sesos para justificar este tipo de conducta, que es la ruta del onanismo mental egocéntrico patriarcal. 2. Aceptar que sí, que han incurrido en muchas malas conductas sexuales, una vez, muchas veces. Y pues sentirse mal. No tienen que ir a buscar a las mujeres que agredieron para que les den su perdón (porque, aceptémoslo, solo lo harían para hacer las paces consigo mismos, y probablemente ellas no tienen ni cinco de ganas de volver a verlos). Mejor tomar la decisión activa de no volver a hacer algo así, la decisión de ir a hablar esto con sus amigos para que sepan qué de todo lo que hacen en sus relaciones con las mujeres es machismo egoísta y qué no. No pueden cambiar su pasado, pero sí pueden cambiar lo que hacen de hoy en adelante. Pueden convertir esos nervios por ser denunciados en una voluntad de cambiar.

Y esto es especialmente para esos “hombres públicos”, los youtubers, los influencers, pero también los periodistas, los intelectuales, todos esos que han usado sus tribunas para desestimar con arrogancia las denuncias por acoso, maltrato y abuso, y también esos que conservan sus trabajos intactos a pesar de denuncias puntuales por violencia de género en su contra. Ya todas sabemos que sí pasó y que no estamos exagerando, no importa cuánto nos repitan que estamos mal no vamos a olvidarlo. Pero pueden redimirse con sus acciones de ahora en adelante. Los minutos ya se están contando.

@Catalinapordios

 

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