Claudia, Robledo y Fajardo

Julio César Londoño
23 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

Por lo visto en redes sociales, ha sido bien recibida la coalición de Jorge Enrique Robledo (Polo Democrático), Claudia López, (Alianza Verde) y Sergio Fajardo (Compromiso Ciudadano). Los tres tienen trayectorias limpias y brillantes, y sumados se convierten en una opción muy atractiva para los electores.

¿Por qué no está ahí una figura tan importante como Humberto de la Calle? Hay dos hipótesis. La primera dice que Robledo lo vetó alegando que no podía hacer equipo con alguien que representa el continuismo de una administración que él ha criticado y que, además, tiene el sol a la espalda. La otra hipótesis sostiene que, a pesar de que Claudia lo invitó, De la Calle aún no decide si se inscribe por firmas, por el Partido Liberal o hace parte de alguna coalición. Se rumora que no tomará una decisión hasta saber cuál es el candidato de Uribe. Y Uribe vacila. Parece que, en vista de que ninguno de sus candidatos despega en las encuestas, quiere reclutar un peso pesado, Luis Alberto Moreno. Pero Moreno no aceptará. Es muy inteligente para dejar su tranquilo trono en el BID y meterse en esta gusanera, y muy soberbio para hacerle mandados a nadie.

Petro quería entrar a la coalición. Él es casi una buena alternativa. El éxito del posconflicto exige programas sociales ambiciosos y Petro demostró que sabe desarrollarlos. Pero se atravesó el tema Venezuela, que será clave en las elecciones del 2018. Como todo el mundo, la coalición rechaza el régimen chavista. Este es un punto central de su acuerdo programático. Y la posición de Petro frente al asunto ha sido muy tibia; recién ahora comienza a tomar distancia de esa fétida satrapía. (Digo “casi” porque la primera tarea del líder es armar un buen equipo de trabajo, y Petro solo sabe desarmarlos. El único líder peor que él es Uribe, devoto de la polarización cuando el imperativo es unir, sumar voluntades. Como buen caballista, se empeña en ser maquiavélico en tiempos de globalización).

Si la coalición logra reclutar a Clara López y a De la Calle, será imbatible.

Pero así como está, es un buen equipo. Fajardo tiene el apoyo del Sindicato Antioqueño y 18 años de juicioso trabajo público, con buenos resultados administrativos en Medellín y Antioquia.

Robledo tiene la mejor retórica del gremio, es ambidiestro, les coquetea al pueblo y a los industriales, y puede aportar varios cientos de miles de votos de opinión a la coalición.

Claudia López se metió en las grandes ligas con dos golpes de mano: se convirtió en la mejor youtuber de la política y se apoderó de la bandera anticorrupción con 4,5 millones de firmas. Le pasó por encima a Navarro, que dice cosas muy inteligentes, pero nadie le entiende, y carece del voltaje de Claudia. Muchos piensan que el país no elegirá presidente a una mujer y menos a una lesbiana. Esto es parcialmente cierto, es decir, parcialmente falso. No todo el país es tonto. En lo personal, me encantaría ver a una mujer en el Palacio de Nariño, y no estoy pensando en Marta Lucía Ramírez. Ninguna mujer, incluidas López y Ramírez, puede hacerlo peor que los hombres que han ocupado la Presidencia.

Robledo y Claudia son buenos candidatos por su rapidez mental, por su capacidad de argumentación y por su dominio del arte de la injuria, pero Fajardo sería mejor presidente por su experiencia en cargos públicos. No es tan brillante como Robledo ni tan mediático como Claudia, pero trabaja duro y tiene dos obsesiones interesantes: la educación y la tecnología. Solo le falta entender que la tecnología es un medio, no un fin, y decidir para qué educamos: para el éxito personal, para la solidaridad o para una salomónica combinación de ambas.

 

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