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CNTV: ¿pirotecnia o reforma?

Germán González
16 de febrero de 2009 - 01:29 p. m.

Es del talante de nuestros dirigentes hacer propuestas de reforma al calor de los acontecimientos. Con esta actitud se crean expectativas de que cambiando las instituciones o las normas se van a solucionar los problemas, cuando en realidad evidencia nuestra falta de madurez y grandeza a la hora de afrontar los retos nacionales.

Es lo que está sucediendo esta semana con el anuncio del Presidente de la República de presentar una reforma constitucional para eliminar la CNTV. No estoy de acuerdo con esta propuesta, no porque no deba hacerse una profunda reforma a muchos asuntos relacionados con la televisión, sino porque antes se requiere una autocrítica del mismo Gobierno, un análisis del papel que cumplen los actores de la industria y un veredicto de los organismos de control sobre hechos irregulares que se están denunciando.

Los artículos de la Constitución sobre la televisión, en especial la autonomía de la CNTV, no son el problema. Muchos países quisieran tener una disposición constitucional que garantice la independencia del regulador de los gobiernos de turno en un asunto sensible para el equilibrio entre poderes públicos. El problema es que los espíritus que inspiraron nuestras leyes de televisión estaban impregnados de venganzas y de intereses para no perder gobernabilidad.

No hay duda de que es vergonzoso lo que está evidenciando la elección de los comisionados de televisión. No es menos cierto, sin embargo, que una parte del mal proviene de la ley, cuyo espíritu turbulento conocemos, y otra buena parte del mismo Gobierno que influye desmedidamente en decisiones que dan la impresión de proteger intereses de personas con vínculos con funcionarios de Palacio.

Como el espíritu sosegado de una reforma legislativa se encuentra en el mediano plazo, urge en el corto una acción de los organismos de control del Estado —Fiscalía y Procuraduría— para que de manera pública, transparente y eficaz nos ayuden a entender, y si es del caso sancionar, si ciertas conductas asumidas y decisiones tomadas están llamadas a ser calificadas de corruptas, no por los medios de comunicación ni en las recepciones sociales, sino de acuerdo con nuestro ordenamiento jurídico, entre otras razones, porque estoy seguro de que hay funcionarios capaces y honestos en la CNTV y otros corruptos en otros niveles de la administración pública y algunos en el sector privado que quieren que el debate se distraiga con una reforma constitucional.

 

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