Colombia biodiversa

Dolly Montoya Castaño
15 de febrero de 2020 - 00:00 a. m.

Este es el nombre del primer reto que nos plantea el informe de la Misión de Sabios 2019. Se trata de construir un modelo de economía basado en el conocimiento que, reconociendo la diversidad natural y cultural como las principales ventajas comparativas de nuestro país, nos permita su conservación y aprovechamiento. El propósito es que, a 2030, el 10% y el 8% del PIB nacional sean producto de la bioeconomía y la economía creativa respectivamente, conllevando la creación de al menos 100.000 empleos nuevos. ¿Es realmente posible materializar este sueño? Como lo anuncié en la columna anterior, compartiré algunas experiencias que nos pueden ayudar con la respuesta.

Por estos días afrontamos en el país una ola de calor que está provocando sequías, incendios forestales, pérdida de cultivos, desplazamiento y muerte de animales. Todo esto es, sin duda, consecuencia del cambio climático, una de cuyas principales causas es nuestra dependencia al petróleo y sus derivados. Por ejemplo, el plástico que se hace con polímeros de origen químico, y se usa en las bolsas y empaques de los alimentos que consumimos todos los días, en su producción genera gases de efecto invernadero y su descomposición toma cientos de años contaminando el ambiente y aportando al calentamiento global.

En muchos países se ha avanzado en el estudio e investigación de biopolímeros, que son polímeros sintetizados por enzimas y microorganismos naturales provenientes de fuentes sustentables. La principal ventaja de los biopolímeros radica en su capacidad de biodegradarse y reintegrarse al ambiente sin afectarlo negativamente. Los biopolímeros tienen aplicaciones en diferentes industrias y pueden llegar a permitirnos la fantasía de, literalmente, comernos hasta el empaque.

En nuestro país el Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia (IBUN) ha logrado desarrollar la tecnología para obtener un biopolímero a partir de microorganismos encontrados en la caña de azúcar. El esfuerzo interdisciplinario de profesores y estudiantes de distintas áreas del conocimiento, junto a la financiación de la Universidad, de entidades del Estado y la participación de varias empresas colombianas lograron aplicaciones de este biopolímero en diferentes campos de la industria farmacéutica y alimentaria, alcanzando excelentes resultados en la calidad de estos bio-productos y en sus efectos sobre la salud humana. Este es un ejemplo del potencial de este biopolímero que, actualmente, tras más de 20 años de investigación y desarrollo, se encuentra en su etapa de escalamiento industrial, que busca abaratar el costo y masificar su producción. Imaginemos un día en que la fruta del supermercado ya no está recubierta de plástico y sobre una bandeja de icopor, sino que la recubre una capa de placas de biopolímero que protege la fruta y que es comestible, que nos cuida y cuida nuestro planeta.

Otra experiencia que evidencia cómo el conocimiento puede transformar nuestro país es el trabajo realizado en la Costa Atlántica por el IBUN, junto a las comunidades, para mejorar la producción de ñame. El Instituto llegó a la región en 1997 y estableció una articulación permanente con las comunidades de pequeños productores. Desde entonces, el grupo de investigadores del IBUN se propuso contribuir a mejorar las condiciones de vida de los pequeños productores de ñame en el norte de Colombia, mediante el uso de la biotecnología.

Con la participación de los habitantes locales fue posible establecer las necesidades del cultivo de ñame, convirtiéndolas en prioridades de investigación. La primera de ellas fue la producción de semillas de calidad. La segunda, desarrollar estrategias de control para la antracnosis, principal enfermedad de este cultivo en nuestro país. En las investigaciones allí desarrolladas participaron otras universidades de la región y centros de investigación, fomento y regulación como la Corporación PBA, el ICA y CORPOICA, además, contamos con el apoyo financiero de Colciencias, del Ministerio de Agricultura y de entidades de cooperación internacional. Las investigaciones permitieron mejorar la calidad de las semillas, así como el reconocimiento y caracterización del hongo causante de la antracnosis y desarrollar, a partir de allí, estrategias para la identificación y control de la enfermedad. Gracias a la participación permanente de los habitantes locales, este conocimiento ha incidido positivamente en los productores y sus cultivos.

La relación entre la Universidad y los productores, junto al escenario de investigación participativa que este encuentro ha permitido, se mantiene desde entonces hasta hoy, estableciendo una cooperación permanente para el desarrollo de nuevo conocimiento, así como el acompañamiento científico, técnico y tecnológico en la constitución de sus organizaciones y emprendimientos de base tecnológica. Según información del Ministerio de Agricultura, entre 1999 y 2014 se pasó de 30.000 toneladas en producción de ñame a más de 365.000, con un uso de suelo que pasó de 20.000 a 33.300 hectáreas, siendo uno de los países del mundo con mejor rendimiento por hectárea de este cultivo. El crecimiento de este subsector logró que se pasara de cerca de 9.000 a más de 30.000 familias productoras que hoy se benefician con el cultivo de ñame. Estos datos hacen evidente que el conocimiento es la clave para el aprovechamiento de nuestros recursos, la protección del medio ambiente, el aumento de nuestra competitividad y la mejora en la calidad de vida de nuestras poblaciones.

El elemento común de las dos experiencias compartidas es el esfuerzo conjunto de la academia, los sectores productivos, el Estado y la sociedad. El conocimiento puede transformar nuestra economía, nuestra relación con el ambiente y darnos mayor calidad de vida. Así lo demuestran las experiencias que ya tenemos. Si todos los actores y sectores asumimos el compromiso de conocer, apropiar e implementar las recomendaciones de la Misión de Sabios, más temprano que tarde alcanzaremos el sueño de un país que a partir de conocer, promover, aprovechar y conservar su patrimonio natural y cultural, logre bienestar y desarrollo para todos los colombianos.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

@DollyMontoyaUN

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