Colombia ha dejado solos a sus líderes sociales

Óscar Sevillano
12 de julio de 2018 - 01:00 a. m.

No sé si la crisis humanitaria que vive el país en el momento por los crecientes asesinatos de líderes sociales es culpa de esa especie de “patria boba” en la que se encuentra por el enfrentamiento verbal entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la barra brava del uribismo, o si esto se da porque el Estado no aprendió de la experiencia del pasado y no escuchó la advertencia que se le hizo desde la sociedad civil para que estableciera planes de choque que no solo comenzaran a cubrir las necesidades en los territorios del posconflicto, sino que además evitaran nuevos ciclos de violencia, porque es claro que luego de la firma de un acuerdo de paz se presentan situaciones delicadas de orden público, como sucedió con el M-19, la Corriente de Renovación Socialista, el Epl y las Auc.

Lo que sí es claro es que el Estado no aprende del pasado y eso está más que demostrado, porque no es posible que un hecho que se ha dado de manera reiterada cada vez que se ha firmado un proceso de paz hoy día no se prevenga.

Me da la impresión de que para el Estado colombiano es más fácil contar muertos que prevenirlos. El Ejecutivo pudo haber hecho todo lo posible por preparar al país para un posconflicto sin los mayores contratiempos, pero poco o nada se iba a lograr si no se contaba con la disposición de los otros dos poderes de la República.

En el Legislativo, por ejemplo, en la parte más neurálgica de la implementación de los acuerdos, el Partido Conservador y Cambio Radical decidieron que lo firmado no era tan conveniente para el país y junto al Centro Democrático sabotearon el debido trámite. Tampoco en las altas cortes, especialmente en la Constitucional que, en su afán de dejar contentos a todos, le permitió a la oposición de derecha darle inicio a su idea de hacer trizas la paz.

Qué lastima que el Estado colombiano no entienda que la paz no depende solo del gobierno de turno. Este es un tema que requiere del apoyo irrestricto no solo del Ejecutivo y su gabinete ministerial, sino además de todos los poderes, de las Fuerzas Militares y la Policía, de los partidos políticos y de la sociedad en general. Qué pesar que Colombia permita que cientos de personas que en los territorios realizan una labor social, digna de admirar, queden como carne de cañón de una nueva dinámica de violencia de la que hoy no sabemos cómo salir.

De esta situación todos somos culpables. En primer lugar, el Estado que no supo diseñar un plan de choque para llegar a los territorios del posconflicto; el Centro Democrático, porque en medio de sus ganas de ganar adeptos se dedicó a instigar y a sembrar cizaña, dejando una estela de dudas sobre lo que se estaba firmando, sin importarles que lo único que hacían era llevarse por delante el deseo de tranquilidad de miles de colombianos que estaban en medio del fuego cruzado; pero también somos culpables quienes dijimos Sí en el plebiscito, porque luego de que se aprobó en el Congreso el acuerdo firmado en el Teatro Colón dimos por hecho que la paz era una realidad y no continuamos con las movilizaciónes en favor de que el país caminara hacia un posconflicto en donde se respetaran las diferencias.

Ahora que el Gobierno Santos termina, se prepara una nueva guerra esta vez con dos ejércitos llenos de dinamita verbal: los petristas versus los uribistas, donde poco importará lo que suceda en los territorios. Lo único importante ha de ser quien insulte más, quien destile más veneno y quien diga más mentiras. El país en su conjunto, los líderes sociales, los indígenas, los afrocolombianos que viven en municipios y veredas del posconflicto, será lo que menos importe.

Cambiando de tema: puede que sea verdad que el presidente electo, Iván Duque, no desee más enfrentamientos verbales, ni más insultos, ni más mentiras que van y vienen. Me asalta una duda: ¿lo querrán también los senadores José Obdulio Gaviria, Álvaro Uribe, Ernesto Macías, Paloma Valencia, María del Rosario Guerra, María Fernanda Cabal y Paola Holguín? Expertos en insultar, decir mentiras, sembrar cizaña e instigar.

@sevillanojarami

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar