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Colombia, país privilegiado ¿hasta cuándo?

Camilo Camargo
19 de julio de 2020 - 05:00 a. m.

Las estadísticas sobre nuestra riqueza natural son contundentes: tenemos más de 56.000 especies de plantas y animales registradas. Somos el país con más especies en el mundo de aves (1.920), mariposas (3.274) y orquídeas (4.270). Somos el segundo país con más especies de anfibios y el tercero con más especies de reptiles. En el país existen 528 diferentes especies de mamíferos y 1.521 especies de peces. Todo esto posiciona a Colombia como el segundo país más biodiverso del mundo después de Brasil. Tenemos una gran variedad de ecosistemas y contamos con dos lugares megadiversos reconocidos por organizaciones ambientalistas de carácter mundial. Estos dos lugares son el Chocó y los Andes tropicales.

Colombia, sin duda, es un país privilegiado por los recursos naturales que tiene. Sin embargo, tenemos retos gigantescos para poder cuidar y usar de manera sostenible estos recursos, pues es muy difícil pedirles a personas que no tienen sus necesidades básicas satisfechas que cuiden su entorno y menos cuando no las hemos educado. Cuando esas necesidades no están cubiertas, las personas están dispuestas hasta a arriesgar su vida, como lo vimos en la tragedia de Tasajera hace unos días. La inmediatez de suplir las necesidades del día a día no permite ni ver más allá ni medir el impacto futuro de las acciones.

En la inauguración del Parque Nacional Bahía Portete en el 2014, el entonces presidente el país, Juan Manuel Santos, dijo: “La biodiversidad es a Colombia lo que el petróleo es para los árabes”. Lo complejo es que no estamos pensando en cómo usar esta biodiversidad de manera sostenible, sino que estamos acabando con ella a través del uso indiscriminado de los recursos, la deforestación y la minería ilegal, entre otros, y en muchos de los casos es por falta de educación.

Hace muchos años, diseñé con una amiga cercana un juego de mesa educativo llamado Nuestros recursos. En el juego, los participantes tienen que lograr cubrir las necesidades básicas del ser humano transformando diversos recursos. Entre las necesidades incluimos temas como vivienda, salud, educación y alimentación. Los recursos disponibles son minerales, bosques y agua, entre otros.

Cuando hacíamos el juego con grupos de estudiantes, el abordaje para enfrentarlo era muy variado. Algunos jóvenes decidían transformar todos los recursos y obviamente lograban cubrir esas necesidades básicas rápidamente. Otros decidían buscar un balance con las necesidades básicas completas, pero manteniendo varios recursos sin uso.

El juego llegaba a un momento en el que aparecían unos fenómenos naturales como tormentas, sequías, epidemias, entre otros, y era evidente cómo los estudiantes que habían logrado mayor balance con los recursos salían positivamente de las situaciones que se presentaban, mientras que los que habían usado sus recursos naturales quedaban mucho más afectados por estos fenómenos.

El juego no está alejado de las realidades de nuestro país. Está demostrado que existe una correlación entre poblaciones con necesidades no logradas y explotación de los recursos naturales. Como consecuencia, estas poblaciones han sido las más afectadas por sequías e inundaciones, como por ejemplo Tasajera, zonas del Chocó con mucha minería ilegal y barrios de invasiones ilegales afectados por deslizamientos.

Hay muchas organizaciones buscando trabajar con las comunidades para lograr un uso sostenible de los recursos y de nuestra biodiversidad. Países como Costa Rica, que también tienen retos para satisfacer las necesidades básicas de su población, han logrado avanzar en este aspecto, creando una gran consciencia en sus habitantes sobre la importancia de cuidar la biodiversidad y los recursos.

Tenemos mucho que aprender en ese frente, pero todavía estamos a tiempo de educarnos sobre las riquezas de nuestro país y enseñarles a las nuevas generaciones y, sobre todo, a las poblaciones más vulnerables, que sí se pueden suplir las necesidades básicas al tiempo que cuidamos nuestros recursos y los usamos de manera sostenible. Ejemplos de esto incluyen proyectos de ganadería sostenible o que usan productos del bosque sin talar la madera. Así que sí se puede. Ojalá los políticos pudieran ponerle más empeño a este tipo de iniciativas de las cuales dependerá el tiempo que les queda a los recursos naturales.

 

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