El pasado 28 de abril de 2020, LA Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dio la bienvenida a Colombia como nuevo socio de este foro internacional de alto nivel en el que se abordan los asuntos más relevantes de la agenda internacional. Formar parte de entidades multilaterales como esta conlleva beneficios para cualquier gobierno, como influir en las políticas regionales e internacionales, o adquirir conocimiento y buenas prácticas de otros Estados. Se trata de apostar por un mercado internacional y libre, con el menor grado de proteccionismo, para atraer inversión y alentar así la innovación y el progreso económico y social de un país.
La digitalización ha llegado para quedarse y afecta todos los sectores económicos. En estos momentos de crisis sanitaria, que está derivando en una fuerte crisis económica en todo el mundo, impulsar la digitalización es crucial para favorecer el crecimiento económico y atraer inversiones nacionales e internacionales. De ahí el importante papel de la colaboración público-privada para la recuperación económica. Tan importantes serán los planes gubernamentales de recuperación como el rol activo de las empresas tecnológicas y las inversiones. ¿Posible solución? Abrir los mercados a la inversión, garantizar seguridad jurídica y no exponer el sector privado a una excesiva regulación que haga casi imposible invertir.
La Unión Europea promovió la creación de un mercado único digital conectado como una de sus prioridades y, en 2015, adoptó una estrategia para conseguirlo. Según la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, la digitalización contribuyó, entre 2005 y 2014, en US$208.700 millones al PIB latinoamericano. Esta región vería multiplicar sus beneficios armonizando políticas en materia digital y dando acceso a este eventual mercado común a más de 500 millones de ciudadanos. Por ahora, Latinoamérica cuenta con numerosos foros regionales para cooperar a escala política y económica. La mayoría de los Estados latinoamericanos son miembros de varias organizaciones y de alianzas comerciales, y en las agendas de integración cada vez se da más peso a los asuntos digitales. Por ejemplo, organizaciones regionales de las que Colombia es miembro, como la Alianza del Pacífico, están atribuyendo importancia al desarrollo de internet y la economía digital, y la Organización de Estados Americanos (OEA) incluye una Comisión Interamericana de Telecomunicaciones para promover el desarrollo integral y sostenible de las tecnologías de la información y la comunicación.
Ante una crisis económica, para cualquier gobernante, prestar especial atención a una mayor cooperación en materia digital, sobre todo en términos de conectividad y acceso a servicios por internet, es mirar al futuro. Precisamente en Colombia se celebró, en 2018, la Sexta Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Allí se aprobó la Agenda Digital para América Latina y el Caribe (eLAC 2020), que incluye desafíos emergentes de la revolución digital, estudia la factibilidad de establecer un mercado regional y analiza el impacto de los desarrollos digitales sobre la política pública.
Está claro que desarrollar la digitalización es apostar por el futuro. Buscar alianzas, compartir buenas prácticas y reforzar la cooperación interestatal y con el sector privado es fundamental para conseguir inversiones, más innovación y mayor crecimiento económico. Y, por qué no, una mayor cooperación entre América Latina y la Unión Europea en materia digital a través de una asociación estratégica daría buenos frutos, y todos los ciudadanos de ambas orillas del Atlántico podrían disfrutar de muchas más oportunidades que les ofrece la sociedad digital.