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Nómadas digitales

Aldo Civico
13 de diciembre de 2022 - 05:30 a. m.

Se está difundiendo una nueva forma de trabajar y de vivir: el nomadismo digital. Al parecer, la oficina se está volviendo cada vez más una reliquia del pasado. En cambio, una tribu de nómadas digitales está creciendo cada día más. Se trata de personas que quieren viajar y explorar el mundo, mientras trabajan. Recorriendo el planeta desprendidos de bienes, se apalancan en la tecnología y en internet para trabajar. Se calcula que solamente en Estados Unidos los nómadas digitales son más de 10 millones. Frente a este nuevo fenómeno también los Estados se están adecuando rápidamente, otorgando visas especiales a los nómadas digitales para que puedan permanecer en un país. Todo indica que a partir del 2023 España también abrirá sus fronteras a esta nueva categoría de trabajadores, como ya lo hacen México, Alemania, Portugal, Noruega, Croacia, los Emiratos Árabes y decenas de países más.

Es una nueva forma de vivir. Recuerdo con claridad el momento cuando esta posibilidad nómada se me ocurrió. Fue hace unos años, cuando me quedé unos días en Miami Beach. Estaba trabajando con mi portátil desde el borde de la piscina en Soho House cuando se me ocurrió este pensamiento: ¿Y si esta manera de trabajar fuera la costumbre en lugar de la excepción? Se me hizo claro en aquel momento que vivía en una época muy distinta a aquella en la que crecí, cuando los límites entre trabajo y ocio eran rígidos.

De hecho, en mi niñez y adolescencia la temporada de los viajes, la aventura y la exploración era exclusivamente el verano. Hasta los 20 años, en una minúscula autocaravana, mis papás nos llevaron a mi hermano y a mí a explorar cada rincón de Italia. Elegimos un camping como campo base y desde allá nos aventuramos a conocer playas, pueblos, museos o picos de montañas. De vez en cuando íbamos a un restaurante. Muy raramente, en realidad, porque en mi familia el presupuesto nunca dio para algo extra o el lujo. Todo siempre fue sencillo y esencial. Mis papás siempre encontraban la manera de gozar lo poco que nos podíamos permitir. Al finalizar el verano, regresábamos a casa para retomar la rutina de la escuela y del trabajo. En ese entonces existía una separación rígida entre los tiempos dedicados al deber y al placer, al trabajo y al ocio, así cómo hay diferencia entre el día y la noche.

Hoy esta clara distinción se está erosionando cada vez más. Si ayer los momentos de placer eran interrupciones hedonistas dentro de una rutina marcada por las obligaciones de una carrera, hoy la tendencia es hacer posible que el hedonismo impregne cada momento y aspecto de la vida. Es una manera de convertir la incertidumbre que nos rodea en un estilo de vida. La libertad de viajar, explorar y conocer hoy se está volviendo un bien más precioso (y alcanzable), contrario a los condicionamientos que conlleva la aspiración del pasado de comprar una casa y una finca para el fin de semana. El nomadismo digital parece prometer transformar la incertidumbre en libertad.

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