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Hojas sueltas

Ganado, coca y “paras”

Alfredo Molano Jimeno
01 de febrero de 2022 - 05:30 a. m.

Hace unos días el exdirector del Fondo Ganadero de Córdoba Benito Osorio Villadiego, condenado por su vínculo con el paramilitarismo, habló de la relación que hubo entre el presidente eterno de Fedegán, José Félix Lafaurie, y la comandancia de las Auc. Ante la JEP, desnudó los engranajes de un fenómeno muy conocido, pero poco condenado: la relación funcional y orgánica entre el paramilitarismo y los ganaderos. Las declaraciones de Osorio, el otrora buen muchacho al que el Uribe le encargó la Gobernación de Córdoba, llegan en momentos en que el proyecto paramilitar parece estar cerrando el círculo y le amargaron a Lafaurie el festejo por la bonanza ganadera.

Los últimos dos años han sido de recoger la cosecha que sembraron, entre otras, con los despojos sobre los que declaró Osorio. El 2021 cerró con cifras históricas: las exportaciones de carne y animales vivos dejaron US$327,4 millones y se exportaron 205.150 reses. La venta de ganado en pie produjo US$122,8 millones e incrementó las ventas 122 % más que en 2020. Los principales compradores del ganado en pie, que viaja miles de kilómetros en monstruos trasatlánticos que evocan los barcos que dieron fuerza a la esclavitud, son Rusia, Chile, Egipto, Líbano y Hong Kong.

Pero esa operación sólo ha favorecido a los grandes ganaderos. La ganadería campesina, en términos prácticos, consiste en vender toros para comprar vacas que aumenten las reses; sin embargo, la exportación de ganado en pie elevó tanto los precios, que los pequeños ganaderos han visto cómo se reducen cada vez más sus hatos. Además, el aumento de los precios de la carne en el último año es exorbitante. Sólo en 2021 una libra subió 25 %, pues los grandes ganaderos prefieren enviar sus animales a otro país que vender su carne en Colombia.

“Hoy para comer carne la única es matar una de las vacas de uno, porque no hay quien compre una libra. Y va a tocar salir del ganado porque eso ya no da la base; así como se encareció la vaca, así están la droga y los insumos”, aseguró un llanero que tiene un hato de 50 reses. Fedegán controla la vacunación de los animales y los precios de los insumos. Por eso a quienes favorece el momento es a los grandes terratenientes y a Lafaurie, quien maneja el mercado de ganado como su finca en una inexplicable concesión del Estado para que los particulares sean dueños y señores del negocio. Un mercado que es financiado con recursos públicos, derivados de los parafiscales, cuyas ganancias van a los bolsillos de los grandes asociados de Fedegán.

En medio de la bonanza ganadera, los territorios que las Auc ocuparon en su apogeo han vuelto a ser jurisdicción de los paracos de nuevo cuño y vieja data. A La Cristalina (Meta) en diciembre volvieron los mismos “paras”, ahora con las banderas de las Agc. “Al vecino lo mataron la semana pasada, a la familia le tocó salir corriendo. Vinieron dizque a ponerle orden al pueblo. Hace cuatro días hubo un tiroteo a plena luz del día. La cosa está caliente”, me explica en voz baja un habitante de esta vereda. Un pueblo que hace 20 años era una bomba de gasolina bajo un enorme palo de marañón y que hoy cuenta con billares, prostíbulos, hoteles y toda clase de comercios, donde sólo los armados y sus amigos se mueven con tranquilidad después de las nueve de la noche. Allí convergen los negocios legales e ilegales, la fórmula del paramilitarismo. La explotación petrolera y el avance de una agroindustria rampante que apuesta a la palma, el maíz, el arroz y los forestales, que ha atraído hasta a una comunidad menonita que se trasladó desde México y hoy posee casi 30.000 hectáreas en La Cristalina. Un pueblo por donde también sale la droga que se produce en el bajo Guaviare y el “triángulo de la coca” en el Vichada. Aquí, el proyecto paramilitar parece cumplido: la ganadería prospera, la tierra para la agroindustria está en pocas manos, la coca entra y sale sin problema, y la seguridad corre por cuenta de su ejército particular. Un paisaje que emula Las uvas de la ira, de Steinbeck, pero a la colombiana.

Adenda. La próxima semana renacerá la revista Cambio, desde donde también estaré escribiendo con la ilusión de contribuir a un proyecto periodístico independiente que acompañe a El Espectador en la solitaria lucha que ha dado por hacer buen periodismo.

 

Manuel(6p9ll)02 de febrero de 2022 - 11:32 p. m.
Sr. Molano, quiero hacerle algunas aclaraciones: 1. La exportación no llega ni al 7% del censo ganadero. 2. El alza del precio del ganado favorece mucho más a los pequeños (el 80% somos pequeños con gatos menores a 50 cabezas). 3. El precio subió porque se está reteniendo toda la hembra, pera en dos años tener más inventario y poder exportar más. No sé está sacrificando la novilla.
Enrrique(25171)02 de febrero de 2022 - 06:04 p. m.
Los "jóvenes cabal" y los "muchachos lafaurie" , carne fresca para los paras del bloque "montes de mariafe" de la convivir FEDEGAN.
PEDRO(85266)02 de febrero de 2022 - 01:40 p. m.
tierra sin dios ni ley y coca por toneladas.
  • Jose(46118)02 de febrero de 2022 - 03:19 p. m.
    Con Resurrección de la Revista Cambio Los que están de plácemes y bailando en una sola pata son los Elenos y todos los Simpatizantes de los Mamertos y Izquierdosos. Las primeras suscriciones hecha con mucha anterioridad desde Cuba, Nicaragua y Venezuela .
Paola(64868)02 de febrero de 2022 - 07:03 a. m.
Le recomiendo mas investigación, mas profundidad, mas datos, mas realidad. Esta columna es una vergüenza, bueno, últimamente el Espectador siempre es una vergüenza y sus periodistas se destacan por su poca investigación y falta de profundidad y análisis
  • Jairoval(07497)02 de febrero de 2022 - 09:24 p. m.
    ¿o sea, según usted, los grandes ganaderos son unas víctimas? eso sinceramente se cae de su propio peso
Paola(64868)02 de febrero de 2022 - 07:01 a. m.
Una visión muy superficial de la ganadería y de la actividad gremial que es mucho mas compleja de como la describe. Muy fácil juzgar, apuntar, señalar y tratar de endilgar delitos donde no los hay cuando no se comprende del todo de lo que se habla. Los verdaderos periodistas investigan y entienden antes de informar.
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