Apreciado Gonzalo:
Hace unos días publiqué en este mismo diario una carta abierta, dirigida a mi querido y admirado amigo Jesús “Chucho” Abad Colorado, a raíz del lanzamiento del documental sobre su vida y obra, El testigo (Caín y Abel), que realizó la inglesa Kate Horn y que produjo Caracol.
En esta misiva le decía a Chucho algo que le reitero a usted hoy aquí, con carácter de urgencia: este documento extraordinario debe ser visto -¡cuánto antes!- en todo el país y en el mundo entero.
Caracol, que tuvo el acierto y el valor de producirlo no puede ni debe, a mi juicio, esperar a que sea visto en festivales internacionales (en los que muy seguramente ganaría y ganará importantes reconocimientos) antes de compartirlo con los electores de un país, que se apresta para ir a las urnas a decidir si defiende la conquista irrepetible de la paz o si, por el contrario, echa por la borda el esfuerzo descomunal que representan nuestros maltrechos e injustamente vilipendiados y tergiversados Acuerdos de La Habana.
Estoy convencido del efecto benéfico (sensibilizador / concientizador) que este documental puede tener en aquellos colombianos escépticos e indecisos, que aún no creen en las bondades del fin de la guerra. Siempre he creído que es fundamental escuchar el testimonio y el clamor de las víctimas y de los victimarios hablando, de viva voz y en primera persona, sobre los horrores que unas y otros vivieron y causaron. Las primeras, desde su intimidad adolorida y sagrada, perdonando lo imperdonable y los segundos, suplicando una segunda oportunidad para recuperar su humanidad perdida.
El impacto que este documental puede tener sobre much@s colombian@s, es equiparable con el que seguramente veremos cuando se empiecen a conocer los desgarradores relatos en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Quienes sólo han visto la guerra por televisión deberán estremecerse hasta las lágrimas, como nos pasó a quienes asistimos al lanzamiento de El testigo, para que valoremos lo que con tanto esfuerzo se ha conseguido.
Esta carta entonces, Gonzalo, tiene un doble carácter -de exigencia y súplica- para que no engaveten el documental hasta después de la primera vuelta de estas elecciones, sino para que se difunda ¡YA! en los canales privados y públicos, en las salas de cine, en las redes sociales, etc.
Lo repito: si Caracol tuvo el acierto y el valor de producirlo, permítanle al país conocer ahora, cuando todavía estamos a tiempo, esta joya cinematográfica y humana que es un ejemplo de solidaridad, sensatez y bondadosa fe en la paz posible para nuestro país.
Reciba un saludo de gratitud, seguro de que este llamado será atendido,
Álvaro Restrepo
Posdata. Le lanzo una idea: Caracol, con el apoyo de este diario, podría convocar un Foro/Debate sobre la Paz con los candidatos a la Presidencia de la República, con la proyección del documental El testigo como telón de fondo y punto de partida de la discusión....
No podemos permitir que “se tiren la paz”, como nos lo advirtió hace unos días Humberto De La Calle, el candidato de la reconciliación y arquitecto de los Acuerdos.
Apreciado Gonzalo:
Hace unos días publiqué en este mismo diario una carta abierta, dirigida a mi querido y admirado amigo Jesús “Chucho” Abad Colorado, a raíz del lanzamiento del documental sobre su vida y obra, El testigo (Caín y Abel), que realizó la inglesa Kate Horn y que produjo Caracol.
En esta misiva le decía a Chucho algo que le reitero a usted hoy aquí, con carácter de urgencia: este documento extraordinario debe ser visto -¡cuánto antes!- en todo el país y en el mundo entero.
Caracol, que tuvo el acierto y el valor de producirlo no puede ni debe, a mi juicio, esperar a que sea visto en festivales internacionales (en los que muy seguramente ganaría y ganará importantes reconocimientos) antes de compartirlo con los electores de un país, que se apresta para ir a las urnas a decidir si defiende la conquista irrepetible de la paz o si, por el contrario, echa por la borda el esfuerzo descomunal que representan nuestros maltrechos e injustamente vilipendiados y tergiversados Acuerdos de La Habana.
Estoy convencido del efecto benéfico (sensibilizador / concientizador) que este documental puede tener en aquellos colombianos escépticos e indecisos, que aún no creen en las bondades del fin de la guerra. Siempre he creído que es fundamental escuchar el testimonio y el clamor de las víctimas y de los victimarios hablando, de viva voz y en primera persona, sobre los horrores que unas y otros vivieron y causaron. Las primeras, desde su intimidad adolorida y sagrada, perdonando lo imperdonable y los segundos, suplicando una segunda oportunidad para recuperar su humanidad perdida.
El impacto que este documental puede tener sobre much@s colombian@s, es equiparable con el que seguramente veremos cuando se empiecen a conocer los desgarradores relatos en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Quienes sólo han visto la guerra por televisión deberán estremecerse hasta las lágrimas, como nos pasó a quienes asistimos al lanzamiento de El testigo, para que valoremos lo que con tanto esfuerzo se ha conseguido.
Esta carta entonces, Gonzalo, tiene un doble carácter -de exigencia y súplica- para que no engaveten el documental hasta después de la primera vuelta de estas elecciones, sino para que se difunda ¡YA! en los canales privados y públicos, en las salas de cine, en las redes sociales, etc.
Lo repito: si Caracol tuvo el acierto y el valor de producirlo, permítanle al país conocer ahora, cuando todavía estamos a tiempo, esta joya cinematográfica y humana que es un ejemplo de solidaridad, sensatez y bondadosa fe en la paz posible para nuestro país.
Reciba un saludo de gratitud, seguro de que este llamado será atendido,
Álvaro Restrepo
Posdata. Le lanzo una idea: Caracol, con el apoyo de este diario, podría convocar un Foro/Debate sobre la Paz con los candidatos a la Presidencia de la República, con la proyección del documental El testigo como telón de fondo y punto de partida de la discusión....
No podemos permitir que “se tiren la paz”, como nos lo advirtió hace unos días Humberto De La Calle, el candidato de la reconciliación y arquitecto de los Acuerdos.