Nuevo panorama electoral

Andrés Hoyos
14 de marzo de 2018 - 04:10 a. m.

Las elecciones del domingo por fin nos dan claridad sobre lo que viene.

Pese a la notable votación de Antanas Mockus para el Senado, el gran ganador de la jornada, nos guste o no, fue Iván Duque, quien ya prácticamente está clasificado para la segunda vuelta. El hoy candidato del Centro Democrático debe su triunfo a tres factores que de forma arbitraria voy a valorar por igual.

La primera deuda es con Uribe, todavía un importante elector en Colombia. Sin embargo, esta es apenas parte de la historia, porque Duque sobrepasó en 1,5 millones de votos a la lista de su partido para el Senado y en más de tres millones al propio Uribe.

La segunda deuda es con Gustavo Petro, cuya forma desafiante, escandalosa y vengativa de hacer campaña fue creando en Iván Duque a un monstruo más grande que él mismo. A muchos no se nos olvida que el discípulo de Chávez prometió poner las instituciones del país patas arriba el 8 de agosto. No, a su Majestad don Gustavo no le gusta ese Congreso maluco que ahora incluye a Antanas Mockus. El hombre se queja de todo y ve fraude hasta en un helado derretido.

La tercera deuda de Duque es con él mismo. Sí, está ubicado claramente a la derecha del espectro, pero proyecta una imagen de tecnócrata estudioso, tranquilo y elocuente, en claro contraste con el pugnaz y mendaz jefe del CD.

Una posible interpretación de las consultas del domingo es que prefiguran el resultado de la segunda vuelta, no de la primera, si al final quedan Duque y Petro. El primero partiría con un case de seis millones de votos y el segundo con uno de 3,4 millones. Si actualizamos la votación de Santos en la segunda vuelta de 2014 (7,8 millones) con el aumento del censo electoral, nos da que la cantidad requerida por un posible ganador son 8,5 millones de votos. Según eso, entre las dos vueltas Duque tendría que conseguir 2,5 millones de votantes nuevos, una cantidad viable, mientras que la misma cifra para Petro sería de 5,1 millones, hoy inalcanzable, salvo por algún exótico “accidente extradeportivo”. Está, además, el agravante de que, con la estrategia actual, por cada dos votos que Petro aumenta le consigue tres a Duque.

Los candidatos de centro por los que he expresado aquí mi simpatía, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo, hoy sufren de una clara sequía, para no hablar de Vargas Lleras, cuya opción parece haber quedado sepultada el domingo pasado. Humberto y Sergio todavía tienen una ventana de oportunidad para desplazar a Petro en la primera vuelta, pero se está cerrando rápidamente. Deben explicarnos con absoluta claridad en qué son distintos del candidato chavista, algo que no debería ser demasiado difícil. El propio Petro, para confundir, anda llamándolos a la unión, perspectiva que constituiría un acta de defunción para cualquiera de los dos. En todo caso, uno no puede llegar en plan matón a un colegio, hacer escándalo, gritar ¡fraude! sin averiguar nada, buscarle pelea hasta al rector y luego pretender que lo admitan en el club de los pilos y le den la medalla del esfuerzo.

En fin, la vida sigue después de una elección presidencial y ya habrá ocasión para contrastar las ideas del candidato elegido, sea quien sea. Como sugería arriba, me alegró mucho la gran votación que obtuvo Antanas Mockus en Bogotá y en el país. Fue una inyección de virtud y esperanza para el maltrecho Congreso colombiano. Razón de más para que nadie se ponga en plan de revocarlo o anularlo.

andreshoyos@elmalpensante.com, @andrewholes

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