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Columna de Antonio Casale: James, Ortega, Cardona, y Quintero

Antonio Casale
03 de octubre de 2022 - 02:00 a. m.

Para triunfar en el fútbol moderno no basta con ser talentoso.

James Rodríguez, a los 31 años, es uno de los mejores futbolistas de la historia de nuestro país y sin duda el más desperdiciado. Después de brillar en el Mundial en 2014, en su primera temporada en el Madrid y, de pronto, en el primer curso en Bayern Múnich, todo ha sido un mar de lágrimas. Lleva tres años sin poder jugar siete partidos consecutivos y los errores que comete son los mismos siempre. Debe sufrir mucho el pobre porque quiere pero no puede. El caso es que entre las malas decisiones, tantos entrenadores desencantados con su inmadurez y las lesiones, sus mejores días se esfuman como arena de las manos.

A los 31 años, Michael Ortega es otro talento desperdiciado. Lo conocimos en el Mundial Sub-20 de 2011. Era el encargado de la creación junto a James. Al atlanticense, como a otros tantos, incluido Juan Guillermo Cuadrado, lo descubrió Agustín Garizábalo, uno de esos ojeadores infalibles. Su problema no tiene nada que ver con las lesiones. Hace un par de años contó que, cuando los sacaron de aquel mundial, invitó a James a una fiesta y el diez le dijo que no porque los acababan de eliminar. Eso lo resume todo. Llegó a jugar en el fútbol alemán, en el que tuvo muchos problemas de indisciplina. Ha dado vueltas por medio mundo y hoy está en Bolivia. De su talento queda muy poco. La fiesta y las mujeres se llevaron lo mejor de él.

Edwin Cardona está a punto de cumplir treinta años. Aparte de su constante sobrepeso, son famosas sus escapadas a fiestas y su habilidad para justificarlas. De ese potente volante ofensivo que tenía una brillante pegada de media distancia no queda nada. En Racing de Avellaneda no ven la hora de terminar por adelantado su contrato. De su paso por Boca Juniors se recuerdan algunas jugadas brillantes, pero sobre todo los escándalos.

Juan Fernando Quintero es más juicioso. Tiene 29 años y en el Mundial Juvenil de 2013 pintaba mucho mejor que James. Pero casi nunca se pudo mantener como titular. Es el mejor suplente de la historia del fútbol colombiano. Su pequeño tanque de aire y las constantes lesiones no le han permitido consolidarse. Eso sí, cada vez que entra a la cancha, los hinchas de su equipo se ilusionan con su capacidad de solucionar problemas con magia y los rivales se preocupan. Pero no da para más.

Los cuatro deberían estar en lo más alto de sus carreras y en condiciones normales nos deberían tener como candidatos a protagonizar una linda historia en el Mundial de Catar, pero por distintas razones el tamaño de su talento y su rendimiento no coinciden.

El fútbol de hoy exige estar bien física y mentalmente. Solo si eso se logra, el talento puede marcar alguna diferencia. Hay que hacer un mejor esfuerzo para formar atletas y humanos para la alta competencia. El talento sobra.

 

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