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Abuso policial sin calificativos

Arlene B. Tickner
22 de diciembre de 2021 - 05:05 a. m.

La protesta social, por un lado, y la brutalidad y la impunidad policial, por el otro, son dos caras interconectadas de la crisis de la democracia y la desconfianza ciudadana en las instituciones colombianas.

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Foto: El Espectador

En su conjunto, los informes publicados por distintos entes internacionales y nacionales sobre las protestas de septiembre de 2020 en Bogotá y el paro nacional de 2021 documentan de manera sistemática e inequívoca el uso excesivo de la violencia por parte de la Fuerza Pública, en especial el Esmad y el desconocimiento de los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad. En el caso de la relatoría sobre los hechos presentados el 9S en la capital, las 11 muertes atribuibles a actos ilícitos de la Policía Nacional se tipifican como una “masacre” con base en la definición de Naciones Unidas, mientras que la existencia de múltiples otras prácticas violentas se asocian con el alto número de heridos.

Por su parte, el reporte de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos confirma que al menos 28 de las 44 víctimas fatales civiles del paro nacional, entre el 28 de abril y el 20 de julio, tuvieron a policías como perpetradores, al igual que 16 casos de violencia sexual. Adicional a ello, 103 personas sufrieron daños oculares, según un estudio de Temblores, Amnistía Internacional y la Universidad de los Andes, lesiones que sugieren la intención de hacer daño. Dichos hallazgos solo reconfirman la visita de trabajo previa de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que destacó inconsistencias importantes entre los entes estatales y no estatales en el registro de la información y la investigación de los responsables, razón por la cual conminó al Estado colombiano a trabajar de forma transparente con la sociedad civil, con miras a garantizar la justicia.

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En lugar de encarar la gravedad de lo ocurrido, de la cual las mismas cifras oficiales son testigos, diversos voceros de la Casa de Nariño acudieron al trillado guion del pasado, consistente en rechazar el supuesto activismo político de representantes de la ONU, exigir el respeto a la institucionalidad colombiana y la Policía, y evadir la responsabilidad. Mientras que esta inadmisible reacción era de esperarse, la de otras figuras públicas como María Isabel Rueda en su columna de El Tiempo, ralla con lo irresponsable. Además de tildar de “mamerta” a la Oficina de la Alta Comisionada, insinúa en su pobre análisis que los documentos señalados, principalmente el “sospechoso” informe sobre Bogotá, no establecen con suficiente contundencia la diferencia entre actos cometidos en legítima defensa y los que pueden considerarse excesivos, lo cual le permite concluir que es a la Policía más bien a la que se está masacrando.

La protesta social, por un lado, y la brutalidad y la impunidad policial, por el otro, son dos caras interconectadas de la crisis de la democracia y la desconfianza ciudadana en las instituciones del Estado. Si bien se trata de un patrón global, esta problemática adquiere matices adicionales en el contexto colombiano, en el que los legados del conflicto armado y la doctrina de seguridad nacional hacen aún más desafiante la búsqueda de alguna salida. La rendición genuina de cuentas ante la sociedad, la reparación de las víctimas del abuso policial y el abandono del discurso polarizante y estigmatizante con el que algunos líderes políticos y medios pretenden seguirnos manipulando serían un buen comienzo.

***Esta columna y su autora descansarán unas semanas hasta enero.

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Tanatos(39449)22 de diciembre de 2021 - 07:54 p. m.
Y la voladura del hotel la luna de cali por parte del esmad de allá en que va? que estaban bajando de las tanquetas cuando hubo la explosión? de donde salieron los explosivos? qué estaban ocultando? Y por qué mientras murieron 48 civiles, sólo un policía infiltrado murió en soacha en extrañas circunstancias? es que los civiles tienen tan mala puntería y solo los tombos atinan?
Diego(25424)23 de diciembre de 2021 - 04:15 a. m.
Atenas e Igor: fieles componentes de la corte de áulicos del gobierno de turno.
Igor(19369)23 de diciembre de 2021 - 04:04 a. m.
Hablar de la brutalidad policial, sin mencionar el salvajismo con el que los policías mismos fueron atacados, es sólo ver una cara de la moneda. Claro que respondieron de forma brutal, porque brutalmente los atacaron. Si hubieran sido verdaderas marchas pacíficas, nada hubiera pasado.
  • jairo(18714)23 de diciembre de 2021 - 01:25 p. m.
    marchas pacificas fueron todas hasta que aparecieron los robots cumpliendo ordenes de los generales para masacrar a los protestantes y torturarlos y sacarle los ojos , lo mismo que hizo ese tal zapateiro en cali ordenando disparar sin preguntar. pero ya llegara el dia que las cortes los juzgaran y los veremos pidiendo cacao a estos desgraciados infames.
  • Mauricio(tp9lp)23 de diciembre de 2021 - 08:48 a. m.
    La policía no está erigida constitucionalmentr para matar sino para precaver, para evitar la. Muerte. Sólo mentes cortas o asesinos en potencia, piensan a lo Igor
Alberto(3788)23 de diciembre de 2021 - 12:59 a. m.
Excelente, clara y precisa. No sabía que esa señora hubiera opinado así, mas no me extraña en lo más mínimo dada su agenda al servicio de intereses oscuros, extremistas y rastreros. Gracias, Arlene Tickner.
Efraín(2q48s)22 de diciembre de 2021 - 11:55 p. m.
La reciente ley aprobada por el congreso nos dejó muy claro que el poder si es un asunto de clases sociales. Mientras las mayorías que representan a los poderosos, aprueban normas contra el derecho del pueblo a manifestarse - que somos los ofendidos y humillados - guardan silencio sobre los crímenes cometidos por la fuerza pública contra manifestantes. ¿Cuándo aprenderemos a votar?
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