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Seis mitos agrícolas

Armando Montenegro
21 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.

1. El sector agrícola colombiano no ha crecido desde hace décadas.

Aunque este hecho fue cierto hasta 2012, el DANE anunció que el sector agropecuario creció más de 7% en el primer semestre. Fedesarrollo pronostica preliminarmente que el crecimiento del PIB de este sector podría superar el 5% en 2013, el mayor en más de diez años. Este desempeño, por supuesto, no elimina el gran atraso acumulado del ingreso rural.

2. Los TLC causaron la crisis de los paperos, lecheros y cebolleros.

Numerosos analistas han mostrado que las importaciones de los bienes afectados no crecieron o crecieron muy poco, y que cuando crecieron no se originaron en los países con los que se han firmado TLC. Una prueba de este hecho es que los protestantes suspendieron los paros cuando el Gobierno se comprometió a establecer salvaguardias y restricciones a las importaciones de países vecinos (con pocas referencias a los TLC).

3. La producción de papa, leche y cebolla estaba decaída y esto produjo la baja en los ingresos de los productores.

La crisis que afectó a los paperos y cebolleros, en realidad, fue causada por buenas, no por malas cosechas. La mayor producción de estos productos hizo caer los precios y causó una fuerte contracción del ingreso que motivó las protestas de los productores.

4. La crisis económica de paperos, lecheros y cebolleros originó las protestas.

Estos campesinos, sin mayor representación gremial y política, están acostumbrados a que sus ingresos suban y bajen, como un yo-yo, al vaivén de los precios de sus productos. Cuando éstos caen, por lo general, no cierran las vías ni protestan en las plazas. Lo que sí cambió en 2013, según muchos observadores, fue el ejemplo de Dignidad Cafetera. Como los paperos, cebolleros y lecheros vieron que los cafeteros consiguieron generosos subsidios como consecuencia de la caída del precio internacional del grano, allí encontraron un modelo exitoso para copiar: cerrar las carreteras para imponer sus exigencias.

5. Los arreglos con los líderes del paro benefician a los campesinos más pobres.

Aunque sí cobija a todos los campesinos, buena parte de lo que se pactó en las distintas mesas beneficia más a los más grandes. Como los subsidios cafeteros se entregan en proporción al volumen de la cosecha vendida, los grandes productores reciben mayores subsidios. Lo mismo sucede con las medidas que reducen el precio de los insumos y que reestructuran los créditos. Como en otras cosas de la vida nacional, ganan más los menos pobres.

6. Los acuerdos agrícolas del primer punto de la negociación con las Farc son insensatos.

Los acuerdos agrícolas con las Farc que se conocen, entre otras cosas, por haber sido discutidos larga y detalladamente, con el apoyo de expertos, son bastante sensatos. Con pocas modificaciones podrían haber sido suscritos por cualquier consultor del Banco Mundial o por muchos de los economistas llamados neoliberales. En cambio, lo que se pactó con los campesinos de los paros, de afán, bajo la presión de los bloqueos, tiene un sesgo cortoplacista, no mejora la productividad, mantiene la inequidad y acarrea un costo fiscal que no guarda relación con los beneficios económicos esperados. Y el desarrollo rural necesita a gritos mayores bienes públicos: vías terciarias, investigación, apoyo tecnológico, educación y salud (de esto hay poco en los pactos recientes).

 

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