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Los años críticos de un estudiante

Arturo Charria
20 de enero de 2022 - 05:00 a. m.

Antes de que cerraran los colegios por la pandemia, había tres grados “críticos”: primero, sexto y noveno. Con el regreso a la presencialidad es necesario prestar atención a los estudiantes que cursaron estos niveles desde sus casas.

En primero de primaria, los docentes identifican situaciones que deben atenderse rápidamente, pues los estudiantes no siempre llegan con habilidades que debían trabajarse en sus jardines y en transición. Son capacidades fundamentales para sus vidas: el movimiento, la relación espacial o el desarrollo del lenguaje.

Las niñas y niños que durante la pandemia han tenido rutinas irregulares y una baja (o nula) asistencia a sus colegios perdieron aprendizajes, pero también la posibilidad de contar con un acompañamiento adecuado y una mirada especializada en el desarrollo infantil. Muchos docentes que el año pasado recibieron por primera vez a estudiantes en segundo grado identificaron situaciones críticas que les hará más difícil avanzar en sus procesos académicos. Ni hablar de quienes este año ingresan a tercero y que fueron promovidos en 2020 y 2021 solo con la información enviada por sus padres a través de WhatsApp.

Por otra parte, sexto grado es un año de cambios en la vida de un estudiante. La mayoría de los colegios oficiales suelen tener una sede principal, que generalmente es la más grande y en donde funciona el bachillerato; adicionalmente, tienen otras sedes para transición y primaria. El paso de una sede a otra, ser los más pequeños en un espacio desconocido, dejar de tener un profesor que está pendiente de sus asuntos y la entrada a la adolescencia son factores que los afectan. Esta situación se refleja en sus procesos académicos y emocionales. De ahí que en sexto grado se concentre la mayor reprobación de años en el sistema educativo.

Los estudiantes cuya adolescencia inició en la virtualidad y que están llegando por primera vez a sus nuevas sedes, con compañeros que jamás han visto, deben tener un acompañamiento especial para contener las crisis que se les avecinan.

Por último, noveno grado es un año complejo: los retos académicos se mezclan con la vida. Muchos conocen su primer amor, las fiestas y la rebeldía propia de su edad; se enfrentan a decisiones en donde pueden jugarse su futuro y hasta la vida misma. Adicionalmente, sienten la presión de asumir roles en el hogar relacionados con el dinero y otras responsabilidades propias de los adultos. Es el año en el que la deserción escolar se vuelve la gran amenaza.

Durante la pandemia algunos jóvenes combinaron la entrega de sus trabajos con el ingreso al mercado laboral, esto implicará que muchos quizá no regresen porque sienten que están en otro momento de sus vidas.

Es fundamental que todos los estudiantes estén en sus aulas para comenzar a atender estas situaciones. Mantener el debate por la presencialidad solo esconde la verdadera crisis que es mucho más que paredes, lavamanos y ventanas. Tan obsesionados estamos con los daños físicos de los colegios que olvidamos lo que verdaderamente importa: los estudiantes y sus vidas.

Puntilla. Como el fútbol, la política en Cúcuta no promete mucho este año.

@arturocharria

 

Alberto(3788)20 de enero de 2022 - 10:24 p. m.
Muy buena, muy pertinente.
Atenas(06773)20 de enero de 2022 - 12:38 p. m.
Qué bien lo q’ expones, Charria. Es tu materia y ocupación. Mas, cómo evitas citar a Fecode en lo q’ discreta/ cuestionas en tan pavoroso daño q’ causan a la muchachada de la educación pública como consecuencia de su reiterada manía de no querer trabajar mientras les llega la mesada, q’ no les puede faltar x ninguna razón. Así sea no querer volver a las aulas aunq’ carezcan de razón.
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