¿Tocar fondo?

Aura Lucía Mera
08 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

No, señora ministra de Justicia. No es el Inpec el que “tocó fondo”. El que está tocando fondo es este Gobierno del cual usted forma parte. Y también lo que toca fondo es la justicia, cuya representante es usted.

Los que siempre salen despedidos como pepa de guaba son los funcionarios menores. En el caso Merlano, naturalmente los culpables son los del Inpec, el supuesto odontólogo alquilado, la directora del Buen Pastor, el que manejaba la moto, el que regaló la soga, el portero del edificio, los caballeros que ayudaron a la señora Merlano a levantarse de su aterrizaje forzoso.

No, señora ministra. La cosa, y usted lo debería saber, es mucho más de fondo. Es pierna arriba. Es de los altos jerarcas conservadores de la costa, de los caciques de La Arenosa y sus tentáculos en el poder nacional. Esta caída en limpio estilo Tarzán, con bejuco incluido, tuvo que ser planeada milimétricamente como en La casa de papel, con el Profesor, Tokio, Bogotá y todos sus integrantes. No hubo nada al azar. La personaja en cuestión (hay que respetar el género) tenía una cita donde pensaba “cantar” o “gorjear” sus primeros trinos para no pudrirse 15 años en esos antros llamados cárceles, que usted, señora ministra, debería visitar de vez en cuando; y en vísperas de elecciones, amañadas como siempre, este “canto” sería muy peligroso. Había que desaparecerla, por lo menos momentáneamente. Así que dejémonos de vainas, señora ministra, no venda el sofá.

Lo que está sucediendo en Colombia parece cine de terror, como el Joker. Un presidente que presenta fotos falsas para retar a la guerra a un país hermano. Unos sicarios que ayudan al “bueno” del país vecino a cruzar la frontera y protegerlo. Un ministro de Defensa que parece salido de un libreto cantinflesco, un canciller que no atina una, unos embajadores que dan vergüenza (con razón cientos de compatriotas se están volviendo judíos sefardíes para largarse de aquí). Asesinatos diarios de líderes sociales, campañas políticas que apuestan a “que gane el que grite e insulte más. Opositores que mueren por cianuro. Empresarios intocables como Sarmiento, a quien nadie se atreve a cuestionar. Bancadas políticas que amenazan con incendiar el país si a su jefe supremo lo llaman a juicio. Una serie de ineptos e incompetentes llevando las riendas de este territorio sediento de más sangre, porque lo único que sabe es odiar y tiene terror a la reconciliación y a la equidad.

Ese es el verdadero fondo, señora ministra, señora vicepresidenta. Así que no mutilen más mandos medios, cuando saben perfectamente que la calentura no está en las sábanas y que ¡“no está el horno pa’ bollos”!

Posdata. Colombia ya pasó de ser una banana republic a una república de vergüenza, llena de corrupción, inequidad, caciques políticos sin escrúpulos, senadores y representantes ambiciosos y patéticos, ministros incapaces (Defensa, Cultura, Transporte, Justicia, Relaciones Exteriores), un subpresidente manipulado y sin carácter... y no sigamos más, que se agita el espacio. Colombia sigue adelante por su gente, creativa, emprendedora, valerosa, no por sus dirigentes. ¡A pesar de ellos!

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