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La hamaca

Beatriz Vanegas Athías
30 de noviembre de 2021 - 05:00 a. m.

No es posible escribir sobre la hamaca sin hacerlo también sobre el cuerpo que, a veces gozosa y a veces tristemente, la habita. Debo empezar escribiendo entonces que se trata del objeto más cariñoso y placentero del mundo que se halla en la casa. La hamaca plegable y multicolor recoge en su blanda piel todos los olores de mi cuerpo y del cuerpo de los que se dejan abrazar por ella. Alivio para el cansado, abrazo para la carne y los huesos desde la cabeza hasta el telón: este arco iris colgado al revés en el terrenal cielo de la sala, o en la habitación o en el patio, me hace cumplir la ilusión de dormir en el aire, pero a la vez me recuerda lo terrena que soy cuando mi pie empuja el cuerpo para que se produzca el aéreo balanceo.

Sin la hamaca estaría mi cansancio perdido en la permanencia. La hamaca me recibe y es como si cada parte de mi piel palpara en el fibroso tejido las manos de la tejedora que hizo posible que ahora me aferre a sus pliegues amarillos, violeta, azules, rojos, verdes. A diferencia de la cama, me recuerda que hay en mí algo salpicado de tiempo pasado, de eso que llaman lo remoto: tal vez sea el recuerdo de largas noches aguardando que los brazos de alguien (que podría ser mi madre, no sé) recogieran y posaran con toda suavidad mi cuerpo adormecido en la cama. Pasar de la hamaca a la cama, es decir, del aire a la tierra es un tránsito, es como aterrizar los sueños, como si se hicieran más turbios y perdieran el tamiz de la ficción. Imagino que una vez liberada de la lana hecha hamaca, mis sueños no son tan buenos.

Miro a la hamaca: atravesada pero mansa; libre pero amarrada a los cáñamos que le otorgan su naturaleza aérea y pienso en las múltiples vidas que ha vivido. Pienso en cómo se han sacrificado sus colores cuando en la noche montuna y oscura, viaja transformada en ambulancia para transportar con su abrazo al herido o al picado de culebra. Sin su ayuda sagrada miles habrían sucumbido a la noche impregnada de desamparo y de dolor.

La hamaca tatúa en el aire la forma del ser que somos. Columpio del niño sin parque. Nos permite estar en ella un instante o noches enteras; está dotada de una potestad que de tan visible pierde presencia. Parte indispensable de la casa: a nadie estorba, a nadie urge, a todos falta, a todos alivia. Cuerpo maleable y plegable el de la hamaca. Cuando se extiende al sol para despojarla de las inmundicias humanas que la hacen expeler olores nauseabundos que opacan el brillo de sus colores, parece una mantarraya escurriéndose al sol.

A veces es un columpio (ya lo dije arriba, pero me encanta repetirlo, tal vez porque decirlo una vez más me vuelve una renovada niña); otras, adquiere la forma ágil y tumultuosa de las piruetas de los amantes que deciden entregarse al encuentro de sus cuerpos sobre ella, entonces pierde su condición de arco iris al revés y ve llover sobre ella las humedades y ardores que expelen los cuerpos que sienten que amar es volar; y amar sobre la hamaca es hacerlo doblemente.

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Maria(41741)01 de diciembre de 2021 - 12:27 a. m.
Beatriz, como escribes de bonito. Es todo un placer leer tus escritos. Mentiría si dijera que he dormido en una hamaca o en un chinchorro( era la palabra que escuchaba cuando era una niña de las mujeres guajiras). Ellas pasaban frente a mi casa, mama les daba de beber y de comer, solo recuerdo el olor a sol, la pintura en sus caras y la palabra chinchorro.
UJUD(9371)30 de noviembre de 2021 - 09:41 p. m.
Compadre Ramón, compadre Ramón....
Ewar(6960)30 de noviembre de 2021 - 04:04 p. m.
Yo nunca pude dormir en ella, a los 15 minutos ya me dolía la cintura, la tengo guardada y los colores y su material no alcanzaron a sufrir cambios en su naturaleza. Lástima.
  • Celyceron(11609)30 de noviembre de 2021 - 11:13 p. m.
    Me parece bella, pero soy incapaz de mecerme en ella. Quizá mi cuerpo cachaco, está más aferrado al suelo.
Duncan Darn(84992)30 de noviembre de 2021 - 03:41 p. m.
Gracias por esta pequeña elegía colgante. Aprendí a dormir en hamaca ya entrado en años y me pareció una experiencia magnífica.
Horacio(0w5ft)30 de noviembre de 2021 - 01:31 p. m.
Una mirada detenida que enaltece a esa gran compañera. Gracias
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