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La sustitución sin erradicación es una utopía

Cartas de los lectores
20 de septiembre de 2022 - 05:00 a. m.

Es una lamentable ilusión pretender que los campesinos e indígenas que cultivan la coca, la amapola y la marihuana voluntariamente lo dejen de hacer porque el Gobierno lo proponga en un diálogo cocalero, mientras unas mafias poderosamente armadas, ricamente financiadas y absolutamente desalmadas los continúan obligando, apretando la trompetilla del fusil contra sus costillas.

Eso fue precisamente lo que falló durante el proceso de paz del presidente Santos.

No es cuestión de que los cultivadores no quieran. Es que no pueden. Mientras el Gobierno no entienda eso tan elemental y obvio, el problema no tendrá solución.

Si los soldados no pueden entrar a las comunidades a erradicar manualmente no es porque los cultivadores no los quieran, es porque las mafias están detrás de esas protestas tomando fotos y apuntando nombres para luego cobrárselas con sus familias a los ausentes.

Si los soldados no pueden entrar, los aviones sí lo pueden hacer, con un costo en vidas mucho menor y con una efectividad mucho mayor.

Las mafias podrán intimidar a los cultivadores, pero lejos, muy lejos estarán de intimidar a los pilotos.

El Gobierno, sea de izquierda o de derecha, no puede desconocer más esta evidente realidad.

La sustitución de cultivos debe darse como una alternativa a la erradicación aérea, pero sin prescindir de la aspersión como elemento de presión.

No hacerlo es seguir pretendiendo, ilusamente, que la buena voluntad del Gobierno se imponga a la violenta intimidación de las mafias.

La lamentable muerte de los policías en Huila debería ser el punto de partida para que en el país se dé ya esa urgente discusión. No creo que haya mejor manera de honrar su memoria.

Coronel (r) Hugo Bahamón Dussán

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