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“Para matar a alguien no necesito saber leer”

Cartas de los lectores
15 de abril de 2024 - 09:05 a. m.

Definiéndose por el delito que han cometido, algunos presos solo ven en sí mismos aquello que han hecho mal y, en consecuencia, se piensan solo en virtud de la mala acción que realizaron. Hace un par de semanas tuve la oportunidad de conversar con una maestra que impartió lecciones de lengua castellana en una cárcel de Medellín y, durante el tiempo que allí ofreció sus clases, la profesora no dejaba de sentir sorpresa por la forma peculiar y muy sugestiva como estas personas se presentaban y, por ende, cómo se veían a sí mismas: “Yo soy fulanito y maté a tal” o “yo soy fulanita y estoy aquí porque maté al marido que me violaba a mi niña”. En parte, me confesó la maestra, el trabajo que se propuso partió desde ahí: en procurar una resignificación de ellos mismos y de su forma de ver el mundo.

La profesora descubrió que en la misma medida en que solo veían en sí mismos la consecución de un delito, algunos, por ejemplo, solo veían en habilidades como leer y escribir destrezas inútiles para las que poco o nada servían. Muchos, confiesa la profesora, nunca habían asistido a una escuela e, igualmente preocupante, existía entre los presos un desprecio generalizado por lo que este lugar tiene para ofrecer. La valoración negativa de lo que en la escuela se enseña se correspondía con el desprecio por lo que en la escuela se aprende. Sus afirmaciones al respecto no dejaban de taladrar en los recuerdos de la maestra: “Es que yo para matar a alguien no necesito saber leer”, le dijo alguna vez un estudiante. Puede ser cierto. Para matar seguro se requiere una serie de competencias particulares y unos conocimientos específicos, pero no siempre se precisarán para acabar con la vida de una persona las habilidades necesarias que nos permiten leer o escribir.

Lo primero, dice la maestra, fue ponerles un lápiz en la mano y papel en el escritorio. Luego, demostrarles que son infinitas las posibilidades que ofrece saber escribir y que, lejos de ser una habilidad necesaria exclusiva para cuestiones escolares, suple múltiples fines y objetivos. Al final, algunos presos descubrieron que la escritura permite llevar un diario; otros, que escribiendo podían enviarle cartas a la familia. Uno de los presos incluso manifestó que pudo pedirles perdón a sus hijos.

Leer y escribir son inútiles para un sinfín de acciones. Entre ellas, según la versión del preso citado, para matar. Sin embargo, las posibilidades que permite esculpir las propias ideas y palabras en un papel son múltiples. Y, si bien eso no sirve para todo, sí parece ser útil para redimir parcialmente lo que no hemos hecho bien: a veces se requiere saber escribir para reflexionar sobre la propia vida en un diario; a veces, según las circunstancias, para restar distancia con la familia cuando nos hemos alejado, y a veces se precisa de la escritura para poder pedir perdón.

Andrés Restrepo

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