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Una carta sobre la ética y otra en apoyo a la columna sobre Maruja Vieira

Cartas de los lectores
03 de diciembre de 2021 - 05:00 a. m.

¿Y la ética?

¿Qué pasó con la ética en la vida de las personas? No hay una sola profesión que se haya salvado de esa pérdida de dirección. Todas sin excepción tienen sus manzanas podridas, pero ahora se ha generalizado, aun con casi cinismo, desde las altas esferas del poder. En esta sociedad de la competencia se vale todo, no hay límites, fronteras, bordes ni abismos que nos detengan, todos queremos lo mismo a cualquier precio. Una sociedad que excluye al que juega limpio y premia con reverencias al ganador sin ningún juicio social o profesional es una sociedad condenada a la corrupción, tal como estamos. Nuestras entidades hablan de fortalecimiento, eficiencia y transparencia, que solo son palabras grandilocuentes, vacías de todo sentido, pues el proceder de las autoridades, carentes de algún asomo de respeto, justicia y empatía con la sociedad, solo produce risas, frustración y náuseas.

Deberíamos poner de moda la ética, hacer campañas recordando esos valores que tanto fingimos. Deberíamos premiar a los que juegan limpio, a los que dicen la verdad, a los que actúan con justicia, deberíamos hablar de eso, pensar en eso, contar con eso...

Me pregunto si acaso no es un buen negocio para todos y todas y todes el juego limpio, la competencia respetuosa. Les propongo que hagamos una campaña sobre el valor de la ética en las sociedades.

Johnny Martelo Roa.

La pensión de doña Maruja

Soy ecuatoriano y vivo en Bogotá hace más de 50 años. En una reunión cultural tuve el honor de conversar con la Sra. Maruja Vieira, anciana ya, pero muy lúcida y encantadora, que dejó en mí una grata impresión. El 2 de noviembre la distinguida columnista de El Espectador, Aura Lucía Mera, denunció el atropello que se quiere cometer con la Sra. Vieira.

Es insoportable que unos miserables burócratas de la Unidad de Getsión Pensional y de Parafiscales (UGPP) quieran aplicar la ley a rajatabla, validos de quién sabe qué leguleyada, para despojar a la mentada señora de más de la mitad de una modesta pensión que recibe quien a lo largo de su brillante existencia ha puesto muy en alto el nombre de la poesía colombiana.

Estoy seguro de que ella recibió su pensión de acuerdo con la ley y la disfruta hace ya muchos años. Que se sepa, no se ha valido de mañas o palancas para conseguirla, como tantos sinvergüenzas que por dormir curul en el Senado o por ser viudas de un designado presidencial que ejerció seis meses reciben millonarias pensiones que no son cuestionadas. Casos como estos debe haber por cientos: gente que cotizó cuatro años o menos y recibe millones de pesos de por vida y nadie se queja.

Me parece indignante que ya al final de su existencia quieran perjudicar el bienestar de Doña Maruja funcionarios que seguramente reciben órdenes superiores para lastimar a alguien que siempre estuvo en la orilla ideológica contraria a los dueños del poder.

Ciertamente soy extranjero, pero me siento muy colombiano y creo que situaciones como la descrita son vergonzosas para un Estado de derecho.

Dr. Cornelio Salcedo O.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

 

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