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Venerar la naturaleza

Cartas de los lectores
10 de noviembre de 2021 - 05:00 a. m.

Después de leer la columna de opinión de Brigitte Baptiste titulada “Yo, chigüiricida”, publicada el 14 de octubre, tuve que revisar mi browser para ver si estaba en la página web de El Espectador… Wow, esto no parecía escrito por una académica. Su tono casual e irónico —“¡tan divinoooos (los chigüiros), ya salen en Disney!”— me dejó absolutamente perpleja.

No podía creer que una persona que exige (y en todo su derecho) compasión cuando es atacada con vocabulario despreciable por su identidad de género llamara a los dos hombres detenidos “pobres diablos”.

Y quedé aún más pasmada al ver que de manera ligera y acusatoria lanza un juicio afirmando que “venerar la «naturaleza» es una de las peores tendencias de la cultura contemporánea”. ¿De verdad? Venerar la naturaleza es parte de muchas culturas milenarias, ella misma pone un ejemplo en su escrito: la veneración por la vaca en la India. También lo vemos en la adoración del oso por los habitantes del polo norte y en la veneración al cóndor y el zorro por grupos indígenas de los Andes, para citar unos pocos. Creo que la falta de veneración a la naturaleza en la cultura contemporánea es la que nos tiene al borde de una catástrofe ambiental.

No sé si su intención con esta columna era realmente generar análisis y reflexión o solo crear controversia y más división. Si su intención es realmente construir entendimiento entre los animalistas y no animalistas, de pronto le serviría aprender de la académica e indígena potawatomi Robin Wall Kimmerer. Le recomiendo que lea el libro Braiding Sweetgrass, especialmente el capítulo “Burning Cascade Head”, donde ella explica de manera maravillosa y sanadora la relación del salmón y la tribu chinookan de Oregon. Es un escrito incomparable que a mí como animalista me hizo respetar y apreciar lo que significa el círculo de la vida para estas tribus indígenas.

Brigitte, no convierta su espacio de opinión en otro elemento de polarización simplista, la cual consiste en despreciar a los que ven la vida y su conexión con la misma de manera diferente. Usted como figura pública puede hacer más para reconciliar y reconstruir el país. No caiga en el juego facilista en el que todos caemos.

Este país necesita sanarse y cada uno de nosotros es responsable de ello con cada una de nuestras acciones.

Tatiana Siegenthaler

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.

 

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