Servir no robar

Columnista invitado EE
03 de noviembre de 2016 - 04:53 p. m.

Un antiguo escritor ruso aconsejó: “Para ser universal habla de tu aldea”. Atendiendo a ello el antropólogo Julio Marino Barragán desde que volvió a Santa Marta organizó un memorable conversatorio que produjo el “Manifiesto para concluir el mar” en el que se proponía un modelo de desarrollo sostenible (cuando aún no se usaba el término) y se vaticinó los abusos y las irresponsabilidades de las industrias carboníferas y hoteleras con el medio ambiente del litoral.

Por: Alberto López de Mesa

Luego, como director de Asuntos Indígenas para la Sierra Nevada y la Cienaga Grande se integró, en cuerpo y alma, con las culturas nativas y, por la magia del sagrado “mambeo”, aprendió saberes y cosmovisiones de líderes y mamas de los pueblos Kogui, Arsario, Aruhaco, Cankuamo y también de los Chimilas; por ello, Ricercca Coperazzione, lo lleva a Italia a exponer su tesis “Ecogonía”(fusión de sabiduría de los tayronas actuales con conceptos de ecología occidental). Pero, él mismo afirma que su mayor logro, como antropólogo y funcionario del estado, fue posicionar el derecho fundamental al territorio a partir del consenso entre autoridades tradicionales indígenas y el Estado,  por medios de acuerdos políticos que condujeron al reconocimiento de la línea negra ( delimitación oficial de territorialidades indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta)

Hoy en día, el antropólogo Julio Marino Barragán, como funcionario del programa Restitución de Tierras en Magdalena, Cesar y Guajira, no obstante le toca capotear –con la sabiduría aprendida de los Mamos- la codicia y la intransigencia de terratenientes y gamonales advenedizos, exclama orgulloso: “Logramos algo único en el mundo y es que se reconozca como víctima del conflicto armado algo no humano: ¡El Territorio!”

Es en verdad fascinante conocer a un empleado oficial tan comprometido con su responsabilidad social, más allá, incluso, de sus obligaciones contractuales. Su ética  y su diligencia son excepcionales, más en una región donde la corrupción y la negligencia de la burocracia parece parte del folclor. Y ejemplar ahora, cuando las tareas que se vienen en “el posconflicto” cuyas obligaciones estarán, en su mayoría, a cargo de funcionarios y contratistas del gobierno.

El antropólogo Barragán nos explica su manera de trabajar con las siguientes palabras: “la burocracia olvida que su misión es favorecer los procesos, para eso se requiere sensibilidad social y creatividad. A Sara Pardo, mi madre, le aprendí que los empleados oficiales estamos para servir y no robar”.

 

 

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