La educación en las redes sociales

Una reflexión sobre la importancia de la formación integral y el uso de las herramientas tecnológicas.

José Darwin Lenis*
04 de abril de 2018 - 03:04 a. m.

En la actualidad hay diversas formas de ser educado, una de ellas circula cotidianamente a través de las redes sociales a modo de una gran escuela intangible. Tal vez, su esplendor se debe a su gran movilidad, facilidad, alcance y potencialidad. Las redes sociales no solo son un medio de comunicación eficaz, son una extraordinaria forma de educación que controla a miles de ciudadanos o usuarios que conectados generan un fenómeno educativo colectivo, una especie de enjambre  social por medio del cual nos encontramos y enteramos de múltiples situación  que suceden a diario en lo familiar, lo local ó en el mundo. Solo Facebook, WhatsApp y Twitter tienen más de  2.000 millones de usuarios, Youtube e Instagram otros 1.300 millones, “discretamente” estas redes imponen una educación global y en línea que determina hoy una forma de  actuar de una ciudadanía educada a través de las redes sociales.

Estar conectado al internet genera un vínculo de cierta dependencia tecnológica que es utilizada por los controladores del  sistema-red, no solo con fines comerciales para venta de servicios y ofertas, sino como acción y principio político para exacerbar emociones que direccionan una manera especial de comportarse inducida por la  exposición a los mensajes que por allí circulan. En este sentido, los contenidos virtuales a modo de principios educativos, culturales, éticos ó democráticos se construyen intencionalmente a la medida de cada ciudadano, cuando éste expresa su acuerdo con un “me gusta” o rechaza enfadado cualquier imagen, expresión o pensamiento.  Para el caso escolar, las redes sociales son una herramienta práctica para el aprendizaje de asignaturas o cursos dadas las ayudas tutoriales, su flexibilidad en actividades pedagógicas o para fomentar el alcance de metas comunes. Pero contradictoriamente, también el medio que usan padres, estudiantes y parte de la comunidad educativa para socializar asuntos que no funcionan bien en los colegios como la violencia escolar, las denuncias por sobrecostos o infortunadamente circular voces de “bochinches” educativos que afectan irreversiblemente las instituciones o las personas.

Ahora los llamados influenciadores sociales gracias a su popularidad crean tendencias, modas y modelos que funcionan como plataformas educativas que permean los desempeños de miles de ciudadanos. Por ello, la escuela contemporánea no puede seguir enfrascada en rechazar las redes sociales como sistema de apoyo a los procesos educativos. El uso de instrumentos como tablets, celulares, iPad y portátiles son medianamente vehículos para fortalecer la enseñanza al poder en una clase “estar, sin estar”. Es decir, poder por ejemplo ingresar virtualmente al museo de Louvre en París, desde la casa o el salón, sin más costos que la conectividad.

 Aquí lo importante es, establecer una relación de equilibrio entre la teoría y la práctica, en la que los jóvenes, niñ@s tengan las competencias para navegar en la red o estar en la nube sin descuidar colocar los pies en la tierra y vivir conscientes de lo real. El desafío para la escuela y los maestros es desmitificar el monstruo de las tecnologías informáticas-digitales y volver a motivar a los estudiantes por el saber universal. Así, tener la información al instante y en abundancia no necesariamente significa estar educado íntegramente. Estar educado es, hacer análisis crítico y saber quiénes somos en la globalidad mundial.    

*José Darwin Lenis Mejía

Universidad ICESI

Por José Darwin Lenis*

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