Publicidad

El nuevo contexto de la equidad

Eduardo Sarmiento
19 de julio de 2020 - 05:00 a. m.

El país ha evolucionado dentro del modelo de libre mercado que prioriza el crecimiento con respecto a la distribución del ingreso. Se ha operado dentro de una enorme inequidad que no se ha contrarrestado con la política fiscal, lo que da lugar a un coeficiente de Gini igual antes y después de impuestos. Las condiciones se modificaron por la caída de los precios del petróleo y por la cuarentena del coronavirus. El crecimiento de la producción y el empleo decaen con respecto a la tendencia histórica y la desigualdad se amplía por la caída de las remuneraciones de los grupos más vulnerables. Tanto el crecimiento como la distribución se deterioran.

La crisis económica se vio agravada por el modelo que venía de atrás. Entre 2015-2019 el país experimentó una fuerte caída de los precios del petróleo que amplió el déficit en cuenta corriente, que se trató de contrarrestar con financiamiento externo e interno. La economía creció por debajo de la tendencia histórica. El desajuste se buscó contrarrestar con la política de reactivación de la actual administración, que se orientó a elevar el consumo por encima del producto y se manifestó en un aumento del desempleo de 9 a 11 %.

Las condiciones se agravaron por la cuarentena, que suspendió la producción y el empleo. Se amplió la diferencia entre el gasto y el producto nacional que de nuevo tuvo como contraparte el disparo del desempleo. En abril y mayo se perdieron ocho millones de empleos. Se quebró el balance interno. La política fiscal de déficit del 8 % del PIB se tornó ineficaz.

El país lleva 30 años con una apertura dictada por el mercado y no ha logrado conciliar el crecimiento y la equidad. El logro de un propósito se consigue a cambio del otro. La apertura con déficit financiado con crédito externo es la fórmula más inequitativa que puede concebirse. El empleo se sustituye por crédito externo que no se paga. Es una ficción. El desbalance interno entre gasto y producto nacional se consigue a cambio de aumentar el desempleo.

En el libro Teorías de crecimiento y distribución para una nueva área se muestra que el crecimiento económico y la distribución del ingreso están en abierto conflicto. El mercado, como la energía que va del calor al frío, busca el camino más fácil de deteriorar la distribución del ingreso. Como lo confirmó la experiencia asiática, la conciliación de los dos propósitos solo se puede lograr con políticas industriales cambiarias y monetarias altamente reguladas y calibradas por el Estado.

El verdadero drama tangible de la economía son ocho millones de desempleados generados por la reducción de la producción y por los trabajadores decepcionados que dejaron de buscar empleo. La causa es el desbalance interno configurado por el bajo ahorro y el cuantioso déficit en cuenta corriente.

Hoy en día la economía colombiana se encuentra en el peor de los mundos. De un lado, el crecimiento de la producción y el empleo caen; de otro lado, se agrava la distribución del ingreso por el deterioro de los ingresos de los sectores más vulnerables. La solución no puede lograrse con la estructura comercial que viene de atrás.

La propuesta de los altos círculos del poder nacionales e internacionales de financiar el desbalance interno con crédito externo es un desatino. Está visto que el conflicto entre los dos propósitos no puede resolverse por el camino del mercado. Lo que se plantea es un cambio drástico en las condiciones de comercio internacional para propiciar una estructura con superávit de balanza de pagos, elevar el ahorro del capital y cambiar las directrices del Banco de la República. La tarea solo puede realizarse dentro de un nuevo modelo fundamentado en una mayor presencia y capacidad de conciliación estatal.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar