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A mano alzada

Japón: caídas y tropezones

Fernando Barbosa
16 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.

Cuando en 1989 el primer ministro Takeshita Noboru no tuvo salida distinta a la de renunciar, a raíz del conocido escándalo de Recruit, el partido de gobierno eligió a un político desconocido como fórmula transitoria. Así llegó a la cabeza del gobierno Uno Sosuke, quien solo estuvo en el poder dos meses y unos pocos días más debido a los públicos reclamos que hizo su geisha al no sentirse bien recompensada por su patrón cuando quiso poner fin a su relación. Por ese entonces vivía en Tokio, pero en el momento de tales acontecimientos me encontraba en Europa. Allí los medios respondieron con vehemencia a favor de la mujer y en contra de la postura machista del primer ministro. Cuando regresé a Japón, y me puse al día con las noticias, encontré que el debate iba en otra dirección. En buena parte, se inclinaba a criticar a la geisha por haber violado un principio que no podía soslayarse: la discreción. Era la realidad de dos mundos y de dos culturas. Pero la sociedad ya estaba cambiando y la caída de Uno fue inevitable.

Las cosas siguieron su rumbo y ahora ha sido el exprimer ministro Mori Yoshirô quien ha tenido que hacerse a un lado como presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Tokio. Al igual que Uno, no le quedó más alternativa que renunciar ante las fuertes presiones de la opinión pública, tanto nacional como internacional, que respondieron con fuerza a sus desatinadas afirmaciones en contra de las mujeres. Hoy, cuando ellas se empoderan cada vez más, estos comportamientos resultan ser atropellos inaceptables.

De manera similar al caso de Uno, Mori llegó al poder por casualidad cuando el primer ministro, Obuchi Keizô, no pudo continuar en el cargo debido a un derrame cerebral. El mandato de Mori, marcado por la impopularidad y plagado de gaffes, solo duró un año y pocos días. Con tales antecedentes, su nombramiento como responsable de los Olímpicos parece haber sido una nueva casualidad. No obstante, debió pesar mucho su experiencia como político formado dentro de las entretelas de la política de facciones de su partido y de sus habilidades para moverse entre bambalinas.

Como nueva presidenta de los Juegos fue nombrada Hashimoto Seiko, quien se desempeñaba como ministra para los Olímpicos. Se esperaba que el hecho de ser mujer y además medallista olímpica tranquilizaría el debate sobre el machismo en estos escenarios. No obstante, el movimiento que fue seguido por la inclusión de más mujeres en la dirección de los Juegos parece haber sido más simbólico que determinante. De hecho, la nueva presidenta pertenece a la misma facción que su antecesor, con lo cual su independencia es puesta en duda.

Sin embargo, la gran incertidumbre es la que rodea la misma realización de los eventos este verano. La mayoría de los japoneses se oponen a llevarlos a cabo y, mientras el COVID-19 se extiende por Japón, el escepticismo en el mundo se agudiza. Y esto seguramente se agravará con la decisión del gobierno nipón de impedir la presencia de aficionados extranjeros en las justas, según se reveló este 10 de marzo. Todo indica que una cancelación sería muy probable y que lo que se busca ahora es ganar tiempo para encontrar una salida honorable, toda vez que el gobierno ha convertido los Juegos en un punto de honor. “Perder la cara” en Japón equivale a perder el honor en una cultura en la que salvarlo representa la mayor de las obligaciones de los individuos y de la sociedad. That is the question.

 

Atenas(06773)16 de marzo de 2021 - 03:02 p. m.
Quien lo creyera, en esas milenarias culturas continuamente también se cuecen habas, y de qué manera. Y q' las cosas no son como las denuncia la mortecina izquierda nuestra, presentándolas de nuestra exclusividad q' solo ellos son capaces de remediar, y no de agravar como suele ser.
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