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Los cuentos de las cuentas

Francisco Gutiérrez Sanín
25 de marzo de 2022 - 05:30 a. m.

La secuencia de eventos que llevaron a una crisis institucional de proporciones, debido a la exigencia oficialista de hacer un reconteo general de votos, es relativamente fácil de narrar. Alexánder Vega fue ungido como registrador por la coalición de gobierno y en contravía tanto de los numerosos reparos que se hicieron a su trayectoria como de las quejas de la oposición, que planteaban que era una figura que no daba garantías. Vega respondió que quien sintiera que no las tenía simplemente no debería competir.

Ese es su talante. No es muy cómodo tener a una persona así contando los votos. Como fuere, después de las elecciones parlamentarias y de consulta, quedó claro que la posición del partido de gobierno se había deteriorado significativamente, mientras que su némesis, el Pacto Histórico, obtenía un avance muy significativo. El propio Uribe aceptó la derrota en el cónclave de su partido, atribuyéndola, no sin razón —aunque la cosa va mucho más allá—, “a la pérdida de mi reputación”. Una admisión de derrota sin excusas ni reatos.

Mientras tanto, el equipo de trabajo del Pacto se apercibió de que algo andaba mal con el llamado preconteo de votos. Empezó a reclamar y ganó varias curules adicionales. Y ahí fue Troya. Uribe olvidó el tono compungido del día después y bramó que el resultado se debía a que había una coincidencia entre la presencia del narcotráfico y el voto a favor de Petro. Un feo embuste, que no cuadra con nada. También, una estigmatización peligrosa y un insulto gratuito a electores que tendría que pensar en estar atrayendo.

Ahora bien, ¿por qué un político tan hábil y experimentado como Uribe, que en días anteriores había mostrado querer moverse hacia un tono menos brutal para atraer a más personas y que además sabe claramente qué sucedió en la jornada electoral, escoge este camino? Hace meses vengo advirtiendo que la respuesta es la siguiente: el uribismo no puede ganar estas elecciones, pero tampoco puede perderlas.

Percibe que no puede hacerlo por muchas razones. Ideológicas: considera que la alternación en el poder significaría el fin del mundo para este país. Políticas: cree que su derrota implicaría un desastre para toda una serie de poderes fácticos asociados a él. Judiciales y personales: teme un escrutinio externo. Hay cosas que tapar, procesos que parar. También, por tanto, necesita las palancas del poder para bloquear o desestabilizar la acción de la justicia (¿no me creen?: comiencen por mirar en detalle el caso Otoniel).

El uribismo tiene, por tanto, frente a sí dos caminos básicos. O lograr que gane un candidato como Fico —un continuista, pero con la desventaja de que no ha sido siquiera formado en las toldas del Centro Democrático—, del que desconfían, pero encuentran tolerable, o generar una desestabilización que permita producir otra clase de desenlace. Característicamente, Uribe no se casa con ninguna de las dos opciones, sino que va navegando los acontecimientos y aprovechando las oportunidades que aparecen. No puede además escapársele que Fico tiene toda una serie de problemas que lo hacen un competidor relativamente cómodo para Petro (poco recibo en auditorios técnicos, voto muy concentrado en Antioquia, discurso pobre, más resultados negativos que positivos en su experiencia administrativa, etc.).

Hay aún una tercera salida, la peor, pero aun así concebible: volver al desierto y montar una oposición salvaje, peor que la que se le hizo a Santos, basada en el lema de “hacer invivible la república”.

La absurda narrativa del fraude a favor de la oposición puede ser útil en todos estos escenarios. No sorprende, por tanto, que Duque —que ha participado impenitentemente en la campaña electoral— la hubiera recogido y después de él, Vega. Pero, como tituló este periódico en los días de su cumpleaños, recularon. En medio de un despelote total, muy al estilo de nuestro gran líder perfeccionista.

No descarten nuevas aventuras.

 

Imagin(14177)26 de marzo de 2022 - 02:10 a. m.
El proyecto de Uribe (personaje oscuro que nunca debió ser presidente de Colombia) fracasó rotundamente si lo vemos desde el punto de vista de mejorar la vida de los colombianos. La empeoró a niveles dramáticos. Pero triunfó rotundamente en mejorar -aun más- la vida de la burguesía parasitaria. Esa minoría que acapara las riquezas del país. Petro busca devolverle al pueblo lo que es del pueblo.
Imagin(14177)26 de marzo de 2022 - 02:06 a. m.
Sigo convencido que el único candidato que no está bajo el control de Uribe, es Gustavo Petro. Mucho más ahora que su coequipera es Francia Márquez, mujer luchadora e íntegra que fortalece la idea de un gobierno de auténtico cambio. Gutierrez, Fajardo, y Rodolfo encarnan el continuismo, y es casi segura su alianza en caso de que haya una segunda vuelta. Ninguno de ellos quiere ceder privilegios.
PEDRO(90741)25 de marzo de 2022 - 10:32 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 135 días para que termine este corrupto ñeñegobierno. Necesitamos un nuevo gobierno que nos rescate del naufragio en el que nos dejan estos cuatro años de ineptitud, infortunios y masacres.
Hernando(58851)25 de marzo de 2022 - 10:11 p. m.
Dicen quienes saben , que no es bueno desear que la pelona arrastre a X persona , pero, viéndolo bien Si el Dr. Furibe se bajara del tigre, de seguro el felino se lo manducaría; pobre tigre, se envenenaría... lo cual lamentaríamos mucho, x una parte pero, por otra, también se irían tantos y tantos males que nos trajo el Ubérrimo, ¡Ay dios! Cómo es la vida!!!
Mario(97966)25 de marzo de 2022 - 08:09 p. m.
Descripción de petro: Con solo ver su talante de confrontación permanente incluso frente a sus colaboradores, su inexperiencia en temas administrativos, su terquedad para imponer su voluntad así se le advierta por expertos amigos que esta equivocado: otro Trump. Haciéndole daño al país. Es mal amigo, mal administrador, pésimo jefe: en suma, una mala persona. Ese es petro: indefendible y por ello
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