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Las memorias de Alberto Casas

Gustavo Páez Escobar
12 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.

Leídas las Memorias de un pesimista, de Alberto Casas Santamaría, me queda el grato sabor de encontrar en ellas un compendio del pensamiento del autor, inspirado por sus firmes convicciones políticas, éticas y morales. Como testigo que ha sido de grandes sucesos de la historia nacional, su visión es nítida en los aspectos que trata, y sus juicios son dignos de la mayor consideración por reflejar la postura de un colombiano controversial y respetable, que además es amigo del diálogo y la concordia.

El hecho de adjudicarse la calificación de pesimista frente al manejo que han tenido los capítulos más protuberantes de la nación indica su capacidad de análisis y su rechazo a los dirigentes que no han sido capaces de encontrar las soluciones que remedien los agudos problemas que agobian al país. Dice que Colombia siempre ha vivido polarizada entre el sí y el no, a partir del enfrentamiento entre Bolívar y Santander.

El ánimo opositor llevado a extremos arrasadores ha sido la brújula constante en los dos siglos que siguieron a la Independencia. Como nadie quiere ceder y todos quieren ganar, la armonía de los colombianos se ha hecho trizas –expresión muy adecuada en el momento actual, cuando unos defienden los acuerdos de paz y otros quieren destruirlos–. La época de la Violencia, el episodio más nefasto del siglo XX, marcado en sucesivas reyertas por el sí y el no, obedeció a la lucha imparable entre liberales y conservadores, que se disputaron el poder entre 1930 y 1948 y dejaron miles de cruces a lo largo y ancho del país.

Alberto Casas posee amplia autoridad para discernir la realidad del país. Ha sido ministro de Comunicaciones y Cultura, embajador en México y Venezuela, diputado a la Asamblea de Cundinamarca, concejal de Bogotá, miembro de la Cámara de Representantes, senador de la República. En el campo del periodismo ha estado vinculado a El Siglo, las revistas Diners y Bocas, el Noticiero de Mediodía, La FM y W Radio.

Su presencia en la vida pública viene desde sus albores estudiantiles. Cuenta que a los siete años conoció a Laureano Gómez en su casa de La Candelaria, cuando el líder conservador fue a visitar a sus padres con motivo de sus bodas de plata. “Siempre me pareció una figura descomunal”, anota. Esta admiración ideológica se caracterizó más tarde, siendo estudiante del Colegio del Rosario, cuando se dedicó a promover las ideas de Álvaro Gómez Hurtado. La cercanía con la casa Gómez le fijó un puesto en la política, y ahora, en sus memorias, hace un análisis minucioso sobre el 13 de junio y la dictadura de Rojas Pinilla que nació allí.

Para la gente de hoy resultan lejanos aquellos episodios. Pocos saben que Vicente Casas Castañeda, el padre de Alberto Casas, fue el amigo más leal del presidente derrocado, y que con su célebre paraguas salió a despedirlo al aeropuerto de Techo el día lluvioso que fue desterrado a España, donde años más tarde pactaría con Alberto Lleras Camargo, el líder del liberalismo, la fórmula para acabar con el gobierno usurpador e implantar el sistema de conciliación conocido como Frente Nacional.

El sí y el no, según lo expresa el memorialista, ha sido la mecha detonante que ha agudizado los conflictos sociales de Colombia. Situados en la actualidad, dice que “lo más grave es la incapacidad del sistema judicial para castigar a los agentes de la corrupción e impedir la rentabilidad del delito”.

escritor@gustavopaezescobar.com

 

Roberto(66797)12 de septiembre de 2020 - 05:21 p. m.
No he leído el libro, espero hacerlo. Algo que no sé si Casas menciona es la positiva transformación de Álvaro Gómez que pasó de ser miembro de número de la caverna a demócrata convencido y ejemplo que deberían seguir alguno de nuestro caudillos que no han encontrado el sendero que los lleve a liderar y no ha incendiar.
Álamo(88990)12 de septiembre de 2020 - 05:05 p. m.
A propósito de memoria y pesimismo, en Colombia somos testigos de cómo las Casas se nos convierten en tugurios, sin que ninguna SantaMaría 'chiste' siquiera. Menester es volver a Alberto, el Magno, "Porque [la tarea] de la ciencia natural [y cultural, diría yo] no es simplemente aceptar lo que se nos dice, sino investigar las causas de las cosas [...]" ¡Ahora cuéntenos otra historia!
Atenas(06773)12 de septiembre de 2020 - 01:31 p. m.
Mas olvida este resumidor del libro de todo un claro exponente del rancio abolengo santafereño, y cuna del centralismo feroz q' nos ha gobernado, q' en las gotas pesismistas del autor, como en sus alusiones radiales de actualidad, siempre dimana ese tufillo de mejor clase q' la servil provincia no sabido digerir. Y en cuyo trato obsecuente gusta navegar el opinador q' lo exalta.
Federico(1641)12 de septiembre de 2020 - 12:12 p. m.
Que no se olvida campaña presidencial que Casas realizó para Álvaro Gómez desde Atenas Publicidad… Allí se respiraba los efluvios de Laureno… Bueno, el mismo de hoy en La W.
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