Más que cualquier otra cosa, el proyecto Petro-Márquez es una revolución cultural. Por eso pasamos de gobiernos de técnicos obtusos a un gobierno de intelectuales e idealistas.
Los técnicos son personas que conocen un oficio o un asunto especializado (transporte, minería, derecho…) y proponen o logran mejoras marginales en la gestión del sector. Los intelectuales parten de una visión global de la sociedad y aspiran a cambiar sus fundamentos.
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